viernes, 28 de mayo de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (2ª PARTE)



Ferreira y su hijo volverán a Uruguay el 16 de junio
La detención de los líderes exiliados será inmediata


MARTÍN PRIETO, - Buenos Aires - 28/05/1984


Wilson Ferreira, máximo dirigente del Partido Blanco uruguayo y candidato presidencial a las elecciones de noviembre, regresará a su país el próximo 16 de junio, poniendo fin a 11 años de exilio.


Ferreira hizo el anuncio en la ciudad argentina de Concordia, fronteriza con Uruguay, en un mitin al que asistieron más de un millar de compatriotas que cruzaron los puentes sobre el río Uruguay para escuchar al líder proscrito políticamente por la dictadura y reclamado por la justicia militar como presunto reo de traición a la patria.


Wilson Ferreira embarcará la noche del 15 de junio en un transbordador fletado expresamente en Buenos Aires para cruzar el río de la Plata y desembarcar al día siguiente en Montevideo acompañado de 600 personas entre simpatizantes y periodistas. Desembarcará junto a su hijo -también exiliado- Juan Raúl Ferreira, máximo dirigente de Convergencia Democrática, la organización que agrupa en el extranjero a los exiliados uruguayos de todas las tendencias políticas, y no cabe ninguna duda sobre la detención inmediata de padre e hijo.

El desarrollo de la jornada de protesta pacífica prevista para ayer en Montevideo se considera decisivo para conocer la magnitud de la respuesta popular a la próxima detención de Wilson Ferreira.
El País, Madrid

martes, 25 de mayo de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984



Comenzamos a publicar en este espacio la secuencia de notas periodísticas de "El País" de Madrid vinculadas con el regreso de Wilson Ferreira al Uruguay, convertido en el más notorio opositor a la dictadura militar de aquellos años, a efectos de que las generaciones más jóvenes tengan, a vuelo de pájaro, una visión independiente sobre esos hechos.


Los comentarios, adjetivos, opiniones, relatos de situaciones y entrevistas podrán ser compartidos en algunos casos y rechazados en otros. Pero poder analizar como se nos veía desde afuera siempre aporta elementos. Lo que sí queda claro en estos artículos es que Wilson cumplió con su palabra en el Senado la noche del golpe de estado de 1973: se convirtió en el vengador de la República.


Esperamos que el aporte sirva.


Wilson Ferreira exige unas elecciones libres para Uruguay
Ha lanzado un llamamiento a la movilización popular

MARTÍN PRIETO, - Buenos Aires - 30/04/1984

Wilson Ferreira Aldunate, candidato presidencial por el Partido Nacional uruguayo (Blanco) a las elecciones de noviembre, inició el sábado en Buenos Aires su última etapa para regresar a su país y estimular unas elecciones sin proscripción de partidos o personas.

Ante más de 6.000 uruguayos exiliados en Argentina o llegados expresamente desde la república oriental, Ferreira pronunció en la cancha de la Federación de Boxeo Argentina un mitin de más de dos horas en el que pidió la movilización popular para presionar en este último tramo de la dictadura castrense.
Anunció que estaba dispuesto a renunciar a su candidatura presidencial si los militares restituyen la vigencia de la Constitución antes de las elecciones, y afirmó que en breve volverá a Montevideo."No tengo vocación de preso", dijo, "ni ganas de someterme a una justicia arbitraria como la de los militares que ahora ocupan el poder, pero volveré cuando lo decida la dirección de mi partido, y será muy pronto. Harán de mí lo que el pueblo uruguayo, esté dispuesto a tolerar".
El líder blanco, que tuvo magnas palabras de elogio para el general Líber Seregni, rechazó la posibilidad de unas elecciones a las que no puedan concurrir libremente todos los uruguayos.

Una radio montevideana transmitió 20 minutos del discurso de Ferreira y varias emisoras porteñas lo emitieron íntegro y en directo para que pudiera ser escuchado en la otra orilla del Plata.
Fuentes del Partido Blanco estiman que la respuesta popular en el 1 de Mayo será decisiva para el rápido regreso de Ferreira a Montevideo. La entrada al país intentaría hacerse en un avión comercial o en uno de los transbordadores Buenos Aires-Montevideo, en compañía de la Prensa internacional, aproximadamente en el plazo de un mes. Se da por segura su detención al llegar al país, por estar reclamado por la justicia militar como "traidor a la patria".

El mismo sábado, los tribunales castrenses uruguayos emitieron requisitorias de busca y captura contra el hijo mayor de Wilson Ferreira, que preside la Convergencia Democrática, agrupación de exiliados de todas las tendencias políticas.

Finalmente, el Gobierno del dictador Gregorio Álvarez, "Goyo", ha expresado sus quejas a la cancillería argentina por las deferencias y amparo encontradas por Wilson Ferreira en la República Argentina.

"El País", Madrid

jueves, 20 de mayo de 2010

EL TOBA Y ZELMAR


Un 20 de mayo, pero de 1976, fallecían, brutalmente asesinados, el Presidente de la Cámara de Representantes, el nacionalista Héctor "Toba" Gutiérrez Ruiz, y el Senador frenteamplista Zelmar Michelini, conjuntamente con dos ex-militantes del MLN, Rosario Barredo y William Whitelaw.

En la misma acción se pretendió asesinar a Wilson Ferreira Aldunate, entonces Senador y líder del Partido Nacional.

El asesinato fue planificado por la dictadura uruguaya, encabezada en aquel momento por Juan María Bordaberry, padre del actual conductor del Partido Colorado, el Senador Pedro Bordaberry, y ejecutado por la dictadura argentina, que en ese momento encabezaba el General Jorge Rafael Videla.

Wilson, el Toba y Zelmar encabezaban desde Buenos Aires la resistencia a la dictadura uruguaya.

La siguiente es la nota escrita por Wilson Ferreira a Videla, denunciando los hechos ocurridos.


"Buenos Aires, 24 de mayo de 1976


Excelentísimo Señor Presidente de la Nación Teniente General D. Jorge Rafael Videla


Dentro de pocas horas buscaré el amparo de la Embajada de un país democrático, cuyo gobierno respeta las normas que rigen la conducta de las naciones civilizadas. Antes de hacerlo, tengo el deber de escribirle estas líneas.

No sé si llegará a leerlas, pero creo que le haría bien hacerlo.

Hace casi tres años, a consecuencia de los acontecimientos políticos ocurridos en el Uruguay, Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini y yo, uruguayos los tres, confiamos, como multitud de otros compatriotas, nuestra seguridad y la de nuestras familias a la protección de la bandera argentina.

Poco o nada nos importó entonces ni después cuál fuera el gobierno o el régimen político que imperara en este país, pues en quien depositamos nuestra confianza fue en la propia nación.

Así había sido siempre.

Cuando nosotros -hablo también en nombre de mis compatriotas asesinados- integramos el gobierno uruguayo, acogimos en nuestra tierra a los perseguidos políticos que llegaban a ella, procedentes de todos los sectores políticos y sociales, sin preguntar siquiera a cuáles pertenecían: eran argentinos y eso bastaba.

Cristianos y marxistas, civiles y soldados; radicales en 1930; antiperonistas en la década del 50; peronistas desde 1955; antiperonistas luego, fueron recibidos y protegidos con fraterna solidaridad.

Procedimos así, no sólo obedeciendo los dictados de nuestro honor, sino también porque, de haber querido hacer lo contrario, nos lo hubiera impedido el país entero, aferrado a una nunca desmentida tradición nacional. Héctor Gutiérrez Ruiz es -porque eso no puede quitárselo nadie- el Presidente de la Cámara de Representantes del Uruguay.

Representa en ella al Partido Nacional, a pesar de un comunicado expedido desde Montevideo por quienes se ceban, como algunos animales inmundos, en los propios cadáveres.

La condición de integrante del Partido Nacional, de blanco, como decimos los orientales, la damos y quitamos los blancos mismos, y no está al alcance de los enemigos de su patria y de su partido.

Tenía 43 años y presidía una maravillosa familia cristiana que integraban con su mujer y sus cinco hijos.

Todos vivían, desde 1973, en Buenos Aires.

Zelmar Michelini es padre de diez hijos, y también desde 1973, trabajaba de sol a sol aquí, en Buenos Aires, para mantener a su mujer y sus hijos pequeños, y para ayudar a los un poco más grandes, que todos son muy jóvenes.

Diputado, Ministro, Senador, siempre militó en filas políticas distintas que las de Gutiérrez y mías.

Pero todos sentimos siempre por él un inmenso respeto que se volvió, hace ya bastantes años, amistad entrañable.

No quiero repetirle, Sr. Presidente, las trágicas circunstancias en que fueron asesinados los dos compatriotas a que me refiero. Su Excelencia debe conocerlas perfectamente, porque han sido publicadas en algunos pocos órganos de prensa, denunciadas ante usted por las dos viudas cuando, ahora lo sabemos, sus maridos aún vivían y porque la propia Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación emitió un comunicado señalando la preocupación de esta última ante lo que eufemísticamente se señala como "desaparición de periodistas", y haciendo pública la decisión de que se investiguen exhaustivamente los hechos.

Por otra parte, una vez aparecidos los cadáveres, por la misma vía, se reiteraron idéntica preocupación y la misma voluntad investigatoria.

Estos son los hechos que el Sr. Presidente tiene el derecho y la obligación de saber: La captura del Sr. Presidente de la Cámara de Representantes del Uruguay, D. Héctor Gutiérrez Ruiz, fue efectuada en las primeras horas del 18 de mayo, en su domicilio sito en Posadas 1011, casi Carlos Pellegrini, por un nutrido grupo de individuos provistos de armas de guerra, que actuaron en forma pública, pausada y disciplinada.

Llegaron en varios automóviles Falcon blancos, idénticos a los que usa la Policía Federal, y desde ellos se comunicaban, por radio y a alto volumen, con un comando central desde donde se impartían instrucciones. Por otra parte, los secuestradores informaban a gritos, desde el cuarto piso del edificio, a quienes habían permanecido en la calle, el progreso del "operativo".

Los asaltantes permanecieron durante una hora entera en el domicilio de Gutiérrez Ruiz, pues luego de maniatarlo y dominar bajo la amenaza de las armas a su mujer y las cinco pequeñas criaturas, se dedicaron a una metódica y parsimoniosa operación de saqueo.

No dedicaron la más mínima atención a libros, cartas, documentos, llevándose solamente todos los objetos de valor, dinero y -quizás tengan hijos ellos también- las revistas infantiles de los más pequeños.

El Sr. Ministro de Defensa Nacional manifestó a dos corresponsales extranjeros por separado, la noche del 20 (menos de 48 horas después de los hechos), que se trataba de una "operación uruguaya".

Creo necesario señalar que en esa etapa de su ejecución material no intervinieron agentes de esa nacionalidad.

Así lo aseguran categóricamente la Sra. de Gutiérrez Ruiz, los dos hijos del Senador Michelini que presenciaron los hechos y el personal del Hotel Liberty, quienes coinciden en ello invocando la ausencia de modismos y hábitos de lenguaje que nos son tan característicos, y la ignorancia de ciertos datos históricos (quién era Aparicio Saravia, por ejemplo), inconcebibles en cualquier compatriota.

En consecuencia, tengo la seguridad de que el Sr. Ministro de Defensa, al hacer tales manifestaciones, debe haber querido indicar: "planeada u ordenada desde el Uruguay".

Durante toda la operación, no se hizo presente ningún policía procedente de la Seccional próxima, a pesar de la natural alarma que los hechos suscitaron en el vecindario y entre quienes acertaron a pasar por el lugar.

Tampoco acudió nadie desde las nutridas custodias armadas permanentes instaladas ante las Embajadas de Brasil, Francia, Rumania e Israel, a pesar de que la más lejana se encuentra a menos de ciento cincuenta metros, y algunas en la proximidad inmediata. Héctor Gutiérrez Ruiz fue sacado de su casa a medio vestir, maniatado y con una funda sobre la cabeza, a los empellones.

Quienes lo conducían no demostraron ninguna nerviosidad y actuaron sin apresuramientos, utilizando nuevamente la puerta principal, más iluminada y visible, por la que habían entrado, a pesar de que directamente, al salir del ascensor, se encontraba la otra más cercana y discreta, que volvieron a desdeñar.

La aprehensión del Senador Michelini se efectuó dos horas después de finalizado el episodio que he referido.

Intervinieron en ella, presumiblemente, los mismos individuos u otros que obedecían a los mismos mandos, pues habían manifestado a la Sra. de Gutiérrez Ruiz que debía abstenerse de avisar a "Michelini y los otros uruguayos", pues de lo contrario ejecutarían a su marido.

De cualquier modo, y para asegurarse, destruyeron el teléfono, pero no consideraron necesario apresurarse, ante el temor de ser perseguidos, de que la Sra. de Gutiérrez Ruiz hubiera encontrado un medio para dar el alerta.

Los asaltantes no tenían pues temor de fuerzas militares o policiales que pudieran estar esperándolos en el Hotel Liberty, como bien hubiera podido suceder.

En la misma manzana, sobre la calle Sarmiento, se encuentra la Embajada de los Estados Unidos, provista día y noche de una excepcional custodia, y ante cuyo frente estacionan permanentemente por lo menos dos vehículos con efectivos fuertemente armados.

A pesar de todo ello, también aquí los secuestradores actuaron con increíble ostentación, públicamente, evidenciando total seguridad y por consiguiente, no mostrando prisa ni propósito de ocultarse.

Estacionaron sus tres vehículos en violación de las normas vigentes, ocuparon militarmente el frente y el iluminado hall del hotel, intimidaron a la totalidad del personal, obtuvieron las llaves, se hicieron conducir a la habitación del Senador Michelini donde, tras inmovilizar a los dos hijos que lo acompañaban, lo obligaron a levantarse y vestirse y luego procedieron a vendarle los ojos. Pero no descendieron inmediatamente, por el contrario, iniciaron aquí también una sistemática operación de saqueo, haciendo fardos con las sábanas, en los que introdujeron cuanto objeto pudieron encontrar.

Permitieron que el Senador Michelini se dirigiera a! baño y lo autorizaron a llevar consigo los medicamentos que tomaba habitualmente.

Finalmente, antes de retirarse, procedieron a despojar a sus dos hijos de los relojes pulsera.

La familia de Gutiérrez Ruiz presenció aterrorizada, durante una hora, frente al jefe de familia atado y encapuchado, toda la operación de saqueo.

Vio por lo tanto cuáles fueron los objetos que los ladrones se llevaron, pero también aquellos que desdeñaron luego de tenerlos en sus manos.

Ninguno de los malhechores usaba guantes y sus huellas digitales quedaron estampadas por toda la casa, y algunas de ellas muy nítidas, en lugares que no son tocados corrientemente. Tal es el caso de cuadros provistos de vidrio, colgados a cierta altura, y que los asaltantes tocaron varias veces y luego arrojaron al suelo.

La misma profusión de huellas dejaron en las habitaciones del Senador Michelini, donde también actuaron exhibiendo la seguridad de su impunidad.

Al cerrarse la noche que va del 18 al 19 de mayo, la Policía no ha aceptado denuncia alguna; ningún agente se ha hecho presente en los lugares de los hechos; el Juez Federal competente no ha ordenado ninguna diligencia o pericia; no se ha recibido contestación a ninguno de los telegramas enviados, entre los que se encuentra el dirigido a usted, Sr. Presidente; las huellas dactilares de los criminales están esperando ser relevadas, en un país donde todos los habitantes -nacionales y extranjeros-tienen las impresiones de sus diez dedos archivadas y clasificadas en un registro único de carácter nacional.

Aunque entonces ni sus familiares ni sus amigos lo sabíamos, a Zelmar Michelini y a Héctor Gutiérrez Ruiz les quedaban 48 horas de vida.

El día 19, la preocupación por la libertad de nuestros compatriotas comenzó a transformarse en el riesgo de algo aún más grave cuando diversas personalidades argentinas recibieron, tanto en la Policía, como en el gobierno y las fuerzas armadas, la asombrosa manifestación de que en los arrestos no han intervenido ni policías ni militares, y que no se encuentran en poder de ninguna de las Armas ni de la Policía.

Tarde en la noche, nadie ha llegado a inspeccionar los lugares de los hechos ni a indagar a los numerosos testigos de los mismos, ni a recoger huellas materiales o indicios, ni a detectar impresiones digitales que siguen allí, y que permitirían, si alguien con autoridad se preocupara por ello, individualizar en menos de una hora a los asaltantes, y por consiguiente, rescatar a nuestros compañeros.

Entonces lo ignorábamos todos, pero ahora lo sabemos: Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini estaban todavía vivos, pero apenas les quedaban 24 horas de vida.

Sus familias no habían recibido contestación a ninguno de los telegramas que habían dirigido a las autoridades, entre los que se contaban los que usted recibió, Sr. Presidente, a las 19.30 del día anterior, según constancia expedida por la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos.

El día 21 de mayo, tomamos conocimiento del comunicado expedido por la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación, que no hace sino aumentar nuestra ya angustiosa preocupación.

El documento dice textualmente: "Ante las desapariciones de periodistas ocurridas en los últimos días, las cuales provocaron honda preocupación en distintos círculos del país y del exterior -y de la cual participa, asimismo, el Gobierno de la Nación-, el Ministro del Interior, General de Brigada Albano Harguindeguy, informó que ha recabado amplios informes sobre tales desapariciones.

Igualmente, y aunque en ciertos casos no existen las respectivas denuncias ante las Comisarías de la Capital Federal, se ha ordenado una exhaustiva investigación de los casos dados a conocer por distintos medios".

El sábado 22 de mayo, la familia de Gutiérrez Ruiz en la calle Posadas y la de Michelini en el Hotel Liberty, esperaron durante todo el día la llegada de los investigadores anunciados por el Ministro General Harguindeguy.

Y como no llegaron, una hija de Michelini, Margarita, y la Sra. de Gutiérrez Ruiz comparecieron con testigos ante el Escribano Público César J. Ceriani Cernadas e hicieron labrar, separadamente, sendas Actas de Manifestación, Protesta y Notificación, en las que hicieron constar los hechos y solicitaron se notificara formalmente al Ministerio del Interior la denuncia de los mismos.

Labradas las Actas respectivas, el Escribano actuante compareció en horas de la tarde al Ministerio del Interior, donde se negaron a recibir la notificación de la denuncia, en razón de que "no era hora de oficina", indicándosele que debía volver el lunes siguiente.

Me he abstenido deliberadamente de hacer calificativos, pero nadie vacilará en decir que el comunicado expedido por la Policía Federal es repugnante.

Dice textualmente: "La Policía Federal Argentina comunica que el día de ayer (21), siendo la hora 21.20, en la intersección de las Avenidas Perito Moreno y Dellepiane, fue hallado un vehículo marca Torino coupé, color rojo, abandonado.

En el interior del mismo se encontraba el cadáver de una persona del sexo masculino, e inspeccionado el baúl del rodado se hallaron otros tres cadáveres, uno del sexo femenino y dos del masculino.

Las pericias realizadas sobre los cadáveres permitieron establecer la identidad de tres de ellos, a saber: Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y Rosa del Carmen Barredo de Schroeder, concordando los nombres de los occisos con los mencionados en los panfletos hallados en el interior del rodado, en los que una agrupación subversiva se adjudicaba la autoría del hecho.

Los cadáveres presentaban varios impactos de bala y sus cuerpos se hallaban maniatados. Participa en el hecho la Comisaría 40ª. con intervención del Sr. Juez Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal, Dr. Alfredo Marquardt, Secretaría N" 2 del Dr. Roberto Preller, tribunal que se constituyó en el lugar de los hechos y adoptó las medidas judiciales del caso".

Como se ve, los asesinos intentan atribuir sus crímenes a la subversión, y vincular los muertos con ella.

No me detengo ni siquiera a considerar esta posibilidad: no hay un solo uruguayo o argentino decente que crea en ella; quizás por eso mismo nadie, ni siquiera los autores del comunicado, han insistido en ella.

¡Cuánto más sencillo y rápido resulta tomar huellas para individualizar a las víctimas que hacerlo para descubrir a sus asesinos, o aun, durante tres largos días, para salvar vidas humanas!

Por otra parte, Sr. Presidente, todo eso no tiene ya ninguna importancia: nadie ni nada podrá devolvernos a nuestros compañeros muertos, y usted, Sr. Presidente, y yo y todos, sabemos dónde están sus asesinos.

No deseo molestarlo más ni distraerlo de sus altas preocupaciones.

Pero sí quiero decirle algo sobre los otros compatriotas cuyos cuerpos sin vida fueron "encontrados" junto a los de nuestros dos amigos.

No los conocía.

Se dice que pertenecen a una organización guerrillera, pero no tengo ningún modo de saber si ello es cierto o no.

Pero si tal fuera el caso, resulta evidente que se los mató al solo efecto de hacer aparecer a nuestros dos amigos como vinculados con la guerrilla.

Y no sé si esto no es lo más abyecto de todo este sucio episodio: quitar la vida a dos seres humanos por la única razón de apuntalar una mentira.

Quiera Dios que la saña de los asesinos respete por lo menos la vida de sus hijos desaparecidos. La Policía argentina ha ido a buscarme a mi casa hace unas pocas horas.

Hace ya varias noches que no duermo en ella y, como le dije, buscaré ahora el amparo de la Embajada de un país cuyo gobierno se respeta a sí mismo, y por ello respeta y ampara la vida humana.

Cuando llegue la hora de su propio exilio -que llegará, no lo dude, general Videla-si busca refugio en el Uruguay, un Uruguay cuyo destino estará nuevamente en manos de su propio pueblo, lo recibiremos sin cordialidad ni afecto, pero le otorgaremos la protección que usted no dio a aquellos cuya muerte hoy estamos llorando.

Wilson Ferreira Aldunate.

Senador de la República Oriental del Uruguay"


Juan María Bordaberry y Juan Carlos Blanco, canciller del gobierno de facto de la época, fueron encontrados culpables intelectuales por la justicia uruguaya.

Hasta la fecha se ignora quiénes fueron los autores materiales.

viernes, 14 de mayo de 2010

LA POLÍTICA Y LA CREDIBILIDAD


Acaba de terminar este largo período electoral, iniciado hace casi un año atrás, demasiado para la tolerancia de la gente y hasta para la fortaleza y el bolsillo de los dirigentes. Que se debe reformar para acortarlo nadie lo pone en duda. Pero que nos pongamos de acuerdo en el "como", y eludamos la tentación de introducir por la ventana otros aspectos electorales para tratar de sacar una ventaja, lo dudo. Pero ese no es el tema de esta entrada, sino de otra. Así como el comentario sobre los resultados electorales departamentales, que serán parte de un análisis mayor en breve.

Hoy me preocupa más otro tema, que para algunos es parte indisoluble de la política, y para otros, entre los cuales me incluyo, es una enfermedad que se puede curar: la mentira y las falsas promesas en las campañas electorales.

A veces no salgo de mi asombro. Las historias inventadas en el afán de captar un dirigente o un voto más son tan sorprendentes, que uno debería aplaudir a sus autores por la imaginación y la creatividad empleada en el armado de esas mentiras, si no fuera porque del otro lado hay una persona, una familia, sorprendidos en su buena fe.

Hace muchos años falleció un activo dirigente político. En una pequeña localidad, su referente local rechazaba una y otra vez los intentos de sus correligionarios por captarlo, argumentando que todas los planteos estaban por debajo de lo que le había prometido "el doctor". Hasta que uno más insistente logró sacarle el secreto del compromiso planteado por el fallecido. El dirigente local, que ni siquiera había completado sus estudios, esperaba ansiosamente que le volvieran a ofrecer... una embajada. Es más, algunos me han comentado que se trataba de la embajada de Mongolia, pero no pude corroborarlo.

Esta historia se repite casi exactamente en la campaña del 2004. Sólo que el nuevo mentiroso vive, y sigue prometiendo cargos y contratos en entes, y el engañado dirigente local había recibido el compromiso que iba a ser nombrado... ¡Ministro de Educación y Cultura!

Un personaje de escaso peso político, famoso por sus mentiras, inventa conversaciones que nunca existieron, negociaciones imaginarias, que pretende que lo muestren como un hombre de confianza que siempre tiene la sellada. Frente a los innumerables compromisos de trabajo asumidos que, obviamente, no iba a cumplir, inventó que su referente departamental había comprado un supermercado en la zona, y que todos los engañados iban a ser contratados allí. Obviamente, la responsabilidad del incumplimiento pasó a ser del dirigente departamental, que sin saberlo, pasó a ser el dueño de un supermercado que nunca compró, y el culpable de fallar con el compromiso asumido por su irresponsable dirigente local.

Esta práctica no es exclusiva de ningún partido, ya que todos caen en la mentira. El presidente hizo famosa la frase "como te digo una cosa te digo la otra", y otros dirigentes políticos construyeron el pensamiento "como te digo una cosa, hago la otra". Algún intendente que el país posee basó la campaña municipal del 2005 en su compromiso de no tomar familiares directos a su cargo, para diferenciarse de su antecesor. Una vez que asumió, el chiste fue encontrar un familiar que no estuviese trabajando en la intendencia correspondiente... ¿Qué no haría uno por la familia?

En esta recién terminada campaña municipal, algunos dirigentes de peso recorrieron el departamento armando estructuras a partir de mentiras. Cargos en entes, reposicionamientos por renuncias de titulares que nunca se van a dar...

Lo que uno sigue sin entender es como seguimos tropezando con la misma piedra una y otra vez, porque las víctimas de la mentira son víctimas contumaces. Y si vamos a verlos, y les prometemos que no prometemos, que no mentimos, y que se debe trabajar en un grupo por la credibilidad de sus integrantes, nos miran de costado y nos dicen: "pero fulanito me prometió tal cosa".

Los que nos creemos dirigentes políticos tenemos que tomar la sinceridad en la política como una cruzada. Los verdaderos enemigos no están en el partido adversario, sino en los que practican la mentira como forma recurrente de hacer política. Y esta infección, una de las caras de la corrupción, afecta a todo el sistema político por igual.

Más allá de necesarias reformas electorales, empecemos la verdadera reforma política: la de eliminar las prácticas nocivas y recuperar un maravilloso instrumento que, en ocasiones, está en las manos equivocadas.

Y esto sí se debe prometer.