Hace un tiempo atrás, apareció en la columna de chat y opinión que contiene esta página, el pensamiento de un supuesto adherente a la figura de José Mujica, molesto por las opiniones y adhesiones efectuadas en en este blog. La violencia de la respuesta no fue equivalente a la de las críticas que muchas veces vertimos en esta página. La situación es simple, ante la contundencia de las ideas, y la falta de respuestas, se opta por agraviar.
Hace unas pocas horas, o tal vez minutos, una persona que se identificó con el nombre de Reina, culminó lo que parecía ser una opinión favorable, con un intento de agravio. Como agraviar no lo hace el que quiere, sino el que puede, en vez de reaccionar en forma equivocada, o ignorar el hecho, es mejor aprovechar el momento generado para poder hacer un análisis.
Existen varias formas de discriminación en nuestro país. Una de ellas es pensar que el que piensa diferente ocupa un escalón inferior como ser humano. En diversos espacios de opinión hemos encontrado -de un lado y de otro, justo es decirlo- un ataque sistemático y violento hacia los que cuestionan el accionar de este gobierno, y la respuesta, igual de violenta, simplista y esquemática de los que se sienten atacados.
Todos los gobiernos comenten errores y tienen aciertos. Casi siempre es necesario que pase el tiempo y se tome distancia para poder analizar, sin pasiones cuasi religiosas, los resultados del mismo. Eso sí, ni este gobierno fue el único que se equivocó, ni el país empezó el 1º de marzo de 2005, como algunos apóstoles de izquierda pretenden transmitir.
Adjetivar a los que piensan diferente en un país dividido, es, además de símbolo de pobreza intelectual, un ejercicio riesgoso. Bastante mal estamos por enfrentarnos, para que sigamos agregando leña al fuego, en vez de tender puentes.
Lo otro que hay que analizar es el uso de expresiones discriminatorias a la manera de insulto. En mi doble condición de actor político y docente de Biología, me ha tocado recorrer la delgada línea que separa el análisis educativo de la condición humana, y específicamente la sexualidad, sin dobles discursos seudomorales, y el mantenimiento de una imagen, que creo que puedo decir en mi caso que se corresponde con la realidad, de persona confiablemente equilibrada.
Frecuentemente se utilizan como insultos términos que señalan al diferente en materia sexual como excluido, lo que aumenta la discriminación. Muchas veces detrás de una doble moral, donde se cuestionan conductas sexuales en público, que se practican en privado. La sexualidad humana es un tema de cada uno, y las diferentes opciones sexuales no son de incumbencia del resto mientras no sean destinatarios de las mismas. En eso estamos cuando hablamos de esto en el aula, y mis alumnos lo saben. Tolerancia, antes que nada.
A algunos no les gusta que yo hable de estos temas. Cada uno construye o destruye desde su postura. Quizás para mí sea más fácil, por mi condición docente, y por el soporte que significa para mí mi pareja y mi familia.
Yo tengo la suerte de poder conjugar sexualidad y sentimientos, y de hacerlo con una compañera que enriquece mi vida. Es justo decir que no todos tuvieron la misma suerte.
Nadie puede tomar en serio los agravios recibidos. Si espero que quien lea esta entrada colabore haciendo del respeto y la aceptación del que piensa distinto, un objetivo a construir.
Entonces, habrá servido para algo.
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