lunes, 15 de marzo de 2010

CON LA MISMA SONRISA


Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Wilson.
Algunas veces he contado los episodios que me han tocado vivir ese día, y no quiero aburrir con lo mismo. Pero la extraña mezcla de sensaciones, entre el dolor y el recuerdo, la admiración y el compromiso, siguen apareciendo cada vez que lo recordamos. Que muchos lo hacemos todos los días, y tratamos que su ejemplo nos guíe, y otros lo hacen dos días al año -eso sí, los facturan muy bien-, el quince de marzo, día de su muerte, y el dieciséis de junio, día de su regreso, enfrentando a la dictadura.
Hoy recuerda a Wilson públicamente gente que lo enfrentó toda su vida. Recuerdo a un ex dirigente sindical y recientemente diputado por el Frente Amplio tratar a Wilson de "tuberculoso" en medio de una asamblea -sin estar Wilson presente, obviamente, porque la lengua larga y el valor no se llevan muy bien- cuando el cáncer que terminó llevándoselo había comenzado a mellar su salud. Devorado por la culpa, terminó asistiendo a la misa en la cual lo despedimos. Me guardo su nombre, pues ni siquiera merece la publicidad, pero él sabe que sabemos y que no lo olvidamos.
Pero este no es el sentido de la nota.
Wilson nos dejó muchos legados. Fue un lider carismático que seducía con sus palabras a propios y extraños. Pero reafirmaba con sus hechos lo que comprometía con la voz.
Hemos comentado en varias oportunidades que su pensamiento sigue vigente. Criticado en su momento, hoy todos los partidos abrevan en "Nuestro Compromiso Con Ud.", la propuesta de gobierno de la fórmula Wilson Ferreira Aldunate - Carlos Julio Pereyra.
Fue un febril defensor de la unidad partidaria, que hoy se muestra tambaleante entre tanto Torquemada. La temporada de caza no comenzó, pero en el Partido la caza de brujas ocupa titulares en la prensa. Perdón, Wilson. Parece que no aprendimos...
Y fue, ante todo, un hombre positivo. Nadie pasó, en los últimos cincuenta años, lo que pasó Wilson. El fraude para que perdiera en la liga las elecciones de 1971, el exilio, los atentados contra su vida, la absurda cárcel para que el Partido perdiera las elecciones de 1984, su enfermedad finalmente terminal. Y sin embargo, siempre tenía una ocurrencia, siempre tenía para el otro, cuando terminaba su tarea política, una sonrisa.
Ese es el Wilson que queremos recordar.
Al Partido le falta más Wilson. En todo. En la propuesta, en el estilo de hacer política, en el liderazgo. En los espacios de participación que siempre impulsó y hoy cuesta encontrar. En la influencia de estudiantes y trabajadores, que por ser ignorados por sus dirigentes fueron dejando su compromiso partidario. En sus militantes, que trabajaban comprometida y honorariamente sólo por darse el gusto de ver lo que la dictadura, su enfermedad y algún dirigente político inescrupuloso, mezquino y ruin nos privó de disfrutar: que ese hombre se convirtiera en Presidente.
En la alegría de ser blanco que Wilson cultivó. Y en su estandarte, esa sonrisa que sólo contagiaba. Si el mejor de nosotros siempre estaba sin rencores y con una sonrisa, los demás no podíamos ser menos.
Basta de rostros crispados, de señalar culpables con el dedo, de echarle las culpas al otro por los errores propios.
Recuperemos la alegría. Nos va el Partido en eso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente lo que dices es la realidad vivimos en un mundo individualista al que le hace falta muchas personas como Wilson. Como él pocos.