Los que vienen siguiendo mis entradas habrán observado que me dediqué a comentar temas más importantes que los ya esperados errores y horrores del gobierno.
En la serie "El Canelones del Futuro" iba desgranando una visión mucho más positiva y constructiva que perder el tiempo en pegarle un tirón de orejas a la murga que hoy nos gobierna.
Resistí la tentación de comentar la gira de Mujica por Argentina y su frustrada intención de lograr entrevistas con los Kirchner y con Lula, limitándose a conferencias de medio pelo sólo engalanadas -una de ellas- por la presencia de nuestro Enrique Iglesias, blanco él, que de bueno que es no deja a nadie a pie.
Manifiesto que estuve a punto de escribir algo cada vez que nuestro vicepresidente sale al exterior con su séquito de amigos y familiares, repartiéndose jugosos viáticos en miles de dólares, que pagamos todos.
Corrí apresurado hacia la computadora, pero me contuve a tiempo, cuando leí que nuestro intendente por fin reconoció, con cara de "yo no fui", que estaba en deuda con las obras en nuestro Departamento.
Pero fue más fuerte que yo.
Esta mañana abro la prensa y empecé a pensar que el café con leche del desayuno me debe haber provocado un cuadro de alucinaciones, cuando leo la crónica sobre el aniversario de la Guardia de Coraceros y la actuación -nunca más ajustada una palabra- de la ministra Tourné, nuestra querida Daisy.
Para empezar, nuestra primera amazona insiste con eso de pasar revista a caballo, para delicia de los presentes y el sufrimiento de Martín, el pobre caballito que se tiene que bancar el peso de la situación, y el de la ministra.
Luego, la revista se hizo al son de un bolero. Aunque parezca increíble, la Guardia de Coraceros fue saludada al son de "Bésame Mucho", lo que, según la crónica, provocó el enrojecimiento de varios coraceros presentes.
A continuación, atacó a sus antecesores, acusándolos de no conocer a la Policía, y esconder el desconocimiento en la soberbia. Al único que le cabe el sayo es a su antecesor y compañero socialista, al ex ministro Díaz, que parecía que vivía en una burbuja cuando decía que no había inseguridad, que era "una sensación térmica", o cuando soltó a los presos, que luego volvieron a delinquir.
Finalmente, la ministra y probable integrante de la fórmula presidencial frenteamplista -esta vez no a caballo de Martín, sino de Astori o de Mujica- reclamó que el tema inseguridad no sea utilizado en la campaña electoral por parte de la oposición. El abrumador 85 % de la población se siente insegura, y este gobierno, que en vez de apagar el incendio ha agregado más leña al fuego, pretende, como los gatos que tapan sus chanchadas con tierra, que el tema se eluda en la campaña. La casi totalidad de la población está esperando respuestas por parte del sistema político, y la ministra pretende que no hablemos de eso para no perjudicar su imagen. Si no fuera tan trágico el tema, sería hasta cómico analizar las prioridades e intereses de la ministra. Esta vez -otra vez- Daisy metió la pata.
Perplejo por la música elegida para pasar revista a la Guardia de Coraceros, y sin entrar en la grosería de jugar con el pedido de besos a todo un cuerpo de Policía, revisé la letra de la misma.
Y entendí.
"Quiero tenerte muy cerca,
Mirarme en tus ojos,
Verte junto a mí.
Yo ya estaré lejos,
Muy lejos de aquí."
En el fondo, tiene claro que le queda poquito.
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