viernes, 5 de noviembre de 2010

LA NECESARIA SEPARACIÓN DE PODERES

La larga historia democrática de nuestro país se ha asentado en la lógica y equilibrada separación de poderes. Cuando esa tradición se ha quebrado, y han accedido al control del gobierno figuras dictatoriales, inmediatamente se encargan de eliminar esa separación. Los golpes de Estado son eso: la sustitución de un Poder Legislativo que debe controlar al Ejecutivo por un Cuerpo incondicional y genuflexo, y la presión indebida a la Justicia, o la subordinación de la misma.
En la última dictadura, además de la persecución y desaparición forzada de individuos y partidos opositores, se sustituyó el Parlamento por un Consejo de Estado títere, y se subordinó a la Justicia a través de un Ministerio que la controlaba.
¿A qué viene esto? Días pasados, en un programa de radio, una docente planteó un caso de persecución ideológica por parte del gobierno, que la cesó injustificadamente, violando el procedimiento administrativo y anteponiendo chicanas a sus reclamos. Pero tan malo como esto fue la respuesta del panelista que la acompañaba, preguntándole si no había recurrido a una solución política, esto es, plantearle a un Diputado o Senador de su sector que hiciera causa política en esto, convirtiendo lo que debe ser una solución legal en una pulseada entre partidos.
Es que está tan metido aún en la cabeza de la gente el amiguismo que, cuando el gobierno de turno toma gente para trabajar en el Estado salteándose la figura del concurso, o haciendo concursos digitados como fue común en la administración Vázquez, en vez de reclamar transparencia, los perjudicados se acercan a un dirigente político para que les dé una manito.
Estas situaciones, si bien menores, forman parte de una cultura que se debe desterrar, si queremos ser un país serio. El trabajador protegido por una bandera política suele, muchas veces anteponer los intereses de su grupo a los del Estado, que son los que debería defender. Y así no avanzamos más.
Y además, sufrimos también situaciones mayores.
Hace unos días atrás, el Sub Secretario del Interior, Jorge Vázquez, hermano de Tabaré Vázquez, denunció en nombre del Poder Ejecutivo a la jueza Fanny Canessa y a la fiscal Beatriz Scapusio por presuntos malos tratos hacia la directora del Centro Nacional de Rehabilitación. Los supuestos "malos tratos" refieren al interrogatorio que la jueza y la fiscal realizaron a la mencionada directora y otros funcionarios, en el marco de la investigación sobre la muerte del recluso Mauro Bozzatta, la cual, según la justicia, pudo haberse evitado. De confirmarse esto, existiría responsabilidad administrativa por parte de la Directora, ya que, además, demoraron en comunicar el fallecimiento.
La jueza Fanny Canessa fue la que procesó a Juan Carlos Bengoa. Recordemos que en el medio de varios casos de presunta corrupción vinculados a las administraciones frenteamplistas, fue la investigación sobre los casinos municipales la única que avanzó, terminando con el procesamiento del hombre de confianza de Danilo Astori. Aún esperan para ser aclarados varios casos, entre ellos el del crecimiento patrimonial del ex Vice Presidente Rodolfo Nin Novoa, la investigación por presunto "amiguismo" entre el titular de la empresa  FRIPUR y nuestro actual presidente, las denuncias por conjunción de interés público con el privado presentadas contra el Dr. Gonzalo Fernández, etc.
La acción legal contra la jueza Canessa y la fiscal Scapusio busca presionar a la justicia, mandando un claro mensaje de que al gobierno no le gusta que lo investiguen y que aquellos miembros del Poder Judicial que lo hagan deberán atenerse a las consecuencias.
Esperemos que este estilo no se convierta en práctica. A veces no vemos las pequeñas señales que anuncian grandes catástrofes. Si algún gobierno entiende que sus intereses están por encima del bien común, se convertirá en un gobierno autoritario, lo que ya es de por sí malo. Y si se termina de diluír la ya borrosa frontera entre autoritario y dictatorial, peor.
Es común entre alguna gente de izquierda llamar "fascista" a todo aquel que no comparte sus ideas, sin reconocer el origen del término. El Fascismo fue un movimiento creado por Benito Mussolini, donde un Estado totalitario y corporativista se arrogaba el derecho de disponer de las libertades individuales, en nombre del bien común, y concentraba todo el poder en el Ejecutivo. Nuestros dos últimos gobiernos son notoriamente corporativistas, y ya nos han retaceado algunas libertades individuales.
Pongamos atención. No alcanza con decir que la libertad es libre. Hay que practicarla y, lo más difícil, aceptar esa libertad en el otro aunque eso signifique perder un beneficio personal.
De eso se trata cuando hablamos de derechos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

REPARANDO Y CONSTRUYENDO

El pasado lunes concurrimos a la sede del Partido Nacional, donde sesiona su Directorio, a efectos de hacer entrega de las firmas de los cincuenta y cuatro convencionales nacionales que apoyaron nuestra propuesta de convocar a la Convención Nacional para que sea ese ámbito, el más representativo del Partido, el que coordine la discusión acerca del presente y, sobre todo,  del futuro de nuestro Partido Nacional.
La historia que nos llevó a esta moción ya fue descrita en la entrada anterior.
Hoy queremos, de algún modo, hacer pública la descripción de la reunión sostenida entre quién suscribe, como  ocasional vocero de los convencionales firmantes, y el Directorio.
El diálogo se realizó básicamente con el Presidente del Directorio, Luis Alberto Lacalle. Allí expresamos los motivos por los cuáles presentamos la nota, ya especificados.
Planteamos al Directorio lo mismo que hemos planteado en la Convención pasada. Esto es, no nos anima el revisionismo del pasado proceso electoral. Se cometieron errores, algunos más notorios que otros, y todos somos responsables. Se deben asumir los mismos para no volver a cometerlos, y punto. Lo que nos espera por delante es cómo dinamizar, modernizar y potenciar el trabajo de este viejo Partido, que seguimos visualizando como una herramienta de progreso, a la que habrá que hacer varios retoques, pero que no ha perdido vigencia. La caza de brujas, tan común en otros partidos adversarios, no va a gestarse en el nuestro por nuestra acción.
Comentamos que es nuestro deseo que esa Convención solicitada se convierta no en un escenario amplificado de discursos, sino en el instrumento de recepción y análisis de propuestas que le permitan al Partido Nacional dar el paso final que necesita para convertirse en un instrumento dinámico, de acción constante y participación amplia.
Se nos planteó la decisión ya tomada -y que gratamente compartimos- de realizar asambleas departamentales en todo el país, para que todo aquel ciudadano que tiene algo que aportar pueda expresarse orgánicamente. Al respecto expresamos que era nuestra intención presentar documentos para esas discusiones. Acordamos entonces que la sucesión de asambleas termine con una Convención que recoja la síntesis de lo expresado, y que se abrirán instancias de recepción de documentos de análisis y propuestas que se harán masivos a través de su publicación en la página web oficial a medida que se vayan presentando.
Creemos haber aportado un granito de arena en la reconstrucción partidaria. El espíritu del Directorio, y nuestra petición, generaron la visualización de canales que quizás siempre estuvieron, pero no se detectaban fácilmente. Pasa a ser ahora una obligación moral participar de las asambleas, y animarnos a presentar propuestas de modernización partidaria. Aquellos que se han planteado dudas respecto al funcionamiento del Partido podrán pasar de la crítica a la acción. Ahora depende de todos.
En un momento de la vida política del país, donde el Frente Amplio se ha convertido apenas en un grupo de dirigentes con cargo, con cómites de base vacíos y con toma de decisiones cupulares; y donde el Partido Colorado parece ser sólo el partido de Bordaberry, sin lugar para los demás sectores, el Partido de Aparicio Saravia y de Wilson Ferreira Aldunate se encamina a derribar los muros que lo contenían para seguir siendo el Partido de la Nación.
Y como dice el eslógan de ese gran compañero y amigo que es Fernando Cuquejo, la revolución recién comienza.

sábado, 18 de septiembre de 2010

LO QUE HABÍA QUE HACER

Cuando en su momento se anunció que el análisis del resultado electoral de octubre y noviembre iba a ser discutido después de las municipales, entendimos. Y respetamos, ya que guardamos silencio a la espera de cerrar el proceso electoral.
El excelente resultado de mayo en todo el país -y el no tan bueno en Montevideo y Canelones- nos hizo pensar que los hechos hablaban por sí solos, y que no era necesario agregar nada.
Posteriormente, algunos dirigentes deslizaron algún comentario, pero empezó a tomar fuerza la idea de analizar, discutir, o como se le quiera llamar, ya no el pasado reciente del Partido Nacional, sino su presente y, sobre todo, su futuro.
Frente a esto, entendimos que el ámbito para realizar tan importante análisis no podía ser otro que la Convención Nacional. Porque siempre los temas profundos pasaron por la Convención, y porque si queremos ampliar la base de convocatoria, retomar espacios abandonados a la izquierda y seguir siendo el Partido de la Nación, debíamos mandar un mensaje contundente de que en el principal Partido democrático del país se utilizaban los órganos más representativos, más cercanos a la base, los de mayor representación, para discutir los temas de fondo.
Posteriormente nos enteramos, con desilusión, que el Directorio había resuelto realizar tan importante debate entre sus miembros, con el agregado de los que poseen cargos electivos de jerarquía. Esto es, el debate más importante del Partido Nacional en los próximos años se realizaba entre -aproximadamente- treinta personas.
Ayer fuimos convocados a reunir en el día de hoy a la Convención Nacional. Dejando de lado las suspicacias por tan tardía convocatoria, entendimos que era la oportunidad de reparar el error cometido.
Durante el desarrollo de la Convención logramos, con otros compañeros que compartían nuestra opinión, juntar las firmas de convencionales necesarias para realizar una nueva convocatoria en un lapso de treinta días a partir de su presentación, de acuerdo a lo expresado por la Carta Orgánica, para discutir cuál es el Partido Nacional que queremos hacia el futuro. La instancia final de esta gestión se dará en la reunión del Directorio del próximo lunes, cuando presentemos la nota y las firmas correspondientes.
Queremos dejar constancia que esta instancia está prevista para discutir hacia adelante, y no hacia atrás. Como expresamos en la Convención, errores debemos haber cometido todos, algunos por acción y otros por omisión. A tomar nota para no repetirlos, y punto. Nuestro Partido no tiene tiempo para macartismo ni para caza de brujas, ni son estos métodos los que se acostumbran emplear en el mismo.
La discusión pasa por otro lado, y lo que realmente importa es cómo podemos mejorar la relación del Partido Nacional con la sociedad, cómo ampliamos la base partidaria y como podemos, frente a un gobierno que prioriza los sueldos de los jerarcas -sus jerarcas- frente a los salarios de los trabajadores, convertirnos en sus genuinos interlocutores y -¿por qué no?- sus representantes, ya que los que se abogaban ese derecho en años anteriores hoy les están dando la espalda.
Cabe señalar que tanto el Presidente del Directorio como sus principales referentes han plantado en la jornada su voluntad de analizar TODOS los temas, incuso aquellos que podrían afectarlos. No esperábamos otra cosa de los dirigentes de nuestro Partido, que entienden su rol de representantes y, por lo tanto, están dispuestos a rendir cuentas. No era necesario, por lo planteado anteriormente, pero el gesto vale y mucho.
Ojalá hoy haya sido el primer día del nuevo Partido Nacional. Si es así, si los caminos a recorrer son los correctos y el Partido se convierte en un gobierno transformador y esperanzador en el 2014, sentiremos que pusimos nuestro granito de arena en el momento adecuado.
Y eso vale más que cualquier banca.

martes, 13 de julio de 2010

VALIÓ LA PENA


No tengo recuerdos del mundial del '70, ya que sólo tenía cinco años.

Los periodistas de más años recuerdan que ese mundial tenía sabor a fracaso, y ya comenzábamos a ser protestones -con razón-, ya que para la semifinal con Brasil, a la postre campeón, eran los norteños los que debían trasladarse y no nosotros, con el desgaste de un largo viaje en el verano mexicano.

Recuerdo en 1974 haber ido a despedir a la selección al aeropuerto con mi escuela, más concretamente con su equipo, ya que yo era el arquero de la categoría "nueve años".

Un cuadrazo.

Los despedimos como futuros campeones, y ni los fuimos a recibir, luego del paseo histórico que nos dió Holanda, los tres goles que nos metió Suecia, y el aburrido empate con Bulgaria.

En 1978, con otro cuadrazo, ni clasificamos, contra los "poderosos" Bolivia y Perú.

Las crónicas de la fecha hablaban de la división entre los jugadores de Peñarol, Nacional, y Defensor, bases de ese equipo.

Me tuve que conformar con ver el mundial de Argentina sin Uruguay, tan cerca pero tan lejos...

En 1982, me preparé para el mundial de España.

Para verlo sin pasión, ya que, para variar, Uruguay no clasificó.

Por tercera vez me quedé sin la única cosa que se podía festejar en dictadura, que, por suerte, comenzaba a desmoronarse frente al empuje de la gente.

En México '86, clasificamos, de la mano de un limonazo de Venancio Ramos contra Chile, en el Centenario, otra vez con un cuadrazo.

Omar Bienvenido Borrás -se llama así- se enloqueció al armar el cuadro, y nos bailó Dinamarca, que no era nada del otro mundo, y un triste empate con Escocia, más el empate del debut con Alemania, nos clasificó como uno de "los mejores terceros" con dos puntos.

Con algunos cambios presentamos ante Argentina un equipo más razonable, pero perdimos uno a cero, nosotros nos fuimos para casa, y Argentina puso quinta hacia el campeonato.

Llegamos a Italia '90.

Un inolvidable Ruben Sosa -realmente impresionante- nos clasificó, él solo y con tan sólo veinte años, a ese mundial.

Debut con España.

Penal para Uruguay por una jugada similar a la de Suárez contra Corea.

Los consagrados se desentendieron de la responsabilidad -por eso grandes jugadores no quedaron en la historia de nuestra selección-, y lo termina pateando Ruben Sosa.

No convierte, empatamos cero a cero, perdimos bien con Bélgica, y le ganamos agónicamente a Corea con un gol en la hora de Daniel Fonseca.

Otra vez "mejores terceros".

Nos vuelve a tocar con el futuro campeón, que esta vez era Italia, que además era local.

Partido parejo, hasta que Schillacci nos mete un gol forlaniano, y se acabó, más aún luego del segundo gol, convertido por Serena.

Otra vez a casita, a dormir temprano.

En 1994, la mejor Bolivia -sí, Bolivia- nos vuelve a dejar afuera, y en 1998 el que se queda afuera es el peor Uruguay, antepenúltimo en la eliminatoria.

Volvemos en el 2002, mundial de Corea y Japón.

En el repechaje con Australia nos clasifica el "Chengue" Morales.

En la fase de grupos, perdimos con Dinamarca -otra vez-, empatamos con Francia -otra vez-, y cuando perdíamos tres a cero con Senegal, entraron Forlán y el Chengue, empatamos tres a tres, y casi pasamos con el famoso cabezazo del Chengue, que perdió noción de arco y cabeceó afuera.

Otra vez a casa.

En el 2006, perdimos el repechaje con Australia, por penales, pero sobre todo por falta de gol.

Con tantos antecedentes negativos, bajamos las expectativas.

En este mundial era, con muchísima suerte, entrar entre los ocho, aunque estar entre los dieciseis de octavos de final era suficiente.

Lo demás ya es historia conocida y reciente.

¿Por qué tanta introducción?

Porque más allá de los resultados, y de que pudimos ser campeones, pues entre los cuatro primeros no había diferencias notorias, lo que importó fue lo que este equipo transmitió.

Que paga más la audacia que el conservadurismo, Uruguay fue el tercer equipo más goleador del Mundial.

Que un equipo siempre es mejor que la suma de individualidades.

Que la unión nos potencia, nos hace más fuertes y nos permite mejores logros.

Y sobre todo, que por primera vez en mucho tiempo festejamos todos juntos.

Los de Nacional con los de Peñarol.

Los creyentes con los no creyentes.

Los blancos con los frenteamplistas, con los colorados, con los independientes.

Es más, tengo miedo de ir a la caravana y ver, confundidos en un abrazo, a Marenales con García Pintos, a Mónica Farro con Claudia Fernández, a Gustavo Escanlar con Mercedes Vigil, a Bordaberry con Michelini, aunque si lo hicieran, o si alguna vez esos abrazos se dieron, estaría bueno.

Porque por una vez, la única bandera que ondea es la de todos.

Ojalá aprendamos todos, y este sea el primer paso hacia el reencuentro, que nos convierta en ganadores en otras cosas, además del fútbol, y sigamos alimentando el orgullo de ser uruguayos.

¡Gracias, muchachos!

Valió la pena.

sábado, 19 de junio de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (8ª PARTE)


Wilson Ferreira y su hijo, confinados en un regimiento del interior de Uruguay, a 250 kilómetros de Montevideo

CARLOS ARES, ENVIADO ESPECIAL, - Montevideo - 18/06/1984

El líder político uruguayo Wilson Ferreira Aldunate y su hijo Juan Raúl, detenidos el sábado a su llegada al puerto de Montevideo, se encuentran alojados en una unidad militar de la ciudad de Paso de los Toros, ubicada en el centro del país, unos 250 kilómetros al norte de la capital.

La versión que circuló ayer en Montevideo fue confirmada por los vecinos del cuartel, que el sábado por la noche vieron llegar el helicóptero que los trasladaba Paso de los Toros es una pequeña ciudad de 20.000 habitantes que pertenece a la región militar número 3.

Su principal actividad gira al rededor de los cuatro regimientos militares instalados en la zona. Wilson y su hijo están juntos en un batallón del arma de ingenieros.

En conferencia de prensa ofrecida el mismo sábado por la noche, el ministro del Interior, general Julio Rapela, dijo que los detenidos habían sido trasladados a una unidad militar ubicada fuera de Montevideo, pero se negó a confirmar si era efectivamente la de Paso de los Toros.

El ministro sólo aclaró que Wilson había rechazado el abogado que le ofrecieron y que se encontraba ya a disposición del juez militar que interviene en la causa.

El coronel Federico Silva Ledesma, presidente del Supremo Tribunal Militar, recordó que el dirigente del Partido Nacional y su hijo están acusados desde 1976 por "asistencia a la asociación subversiva, un delito que puede ser excarcelable; pero desde entonces ocurrieron muchos hechos que pueden hacer variar la calificación, y será el juez militar quien determine si ahora es excarcelable o no".

En la conferencia de prensa que el ministro del Interior ofreció ante más de 50 periodistas de todo el mundo sólo quedó en claro que "las proscripciones políticas que rigen para las próximas elecciones podrían levantarse si se llega a un acuerdo previo".

El Gobierno militar uruguayo estaría dispuesto incluso a que Wilson Ferreira Aldunate participe como candidato de su partido si acepta las condiciones impuestas por las Fuerzas Armadas.

Los generales uruguayos insisten en que "aquí no habrá rendición de cuentas ni revisión ni juicios sumarios; esto no es Argentina".

Cuando le preguntaron por tercera vez dónde habían sido trasladados los detenidos, el ministro del Interior contestó: "¿Por qué se lo tengo que informar? Yo lo sé pero no se lo voy a decir".

En esos términos se desarrolló la rueda de prensa.

Había sido anunciada por radio y televisión, y a la hora fijada para el comienzo, los cronistas, fotógrafos, cámaras de la televisión y algún curioso se agolpaban frente a la mesa de entrada del ministerio.

La única credencia para el ingreso era el documento de identidad personal, que se arrojaba sobre un mostrador.

En el primer piso de un antiguo edificio, y dentro de un despacho demasiado pequeño, el ministro ofreció primero una versión oficial de los hechos con datos muy subjetivos.

Redujo de 50.000 a 20.000 personas la asistencia a la manifestación organizada por el Partido Nacional y el Frente Amplio, y, aunque se mostró satisfecho porque toda la jornada transcurrió "en calma y orden", aclaró que horas más tarde se detuvo a varios asistentes al acto.

Desbordado
En cuanto aceptó que le hicieran preguntas, el general Rapela se vio desbordado, hasta el punto de quedarse sin respuesta en algunas de ellas.

No logró explicar, por ejemplo, cómo tendrían que hacer los periodistas uruguayos para dar a conocer sus declaraciones sobre un hecho cuya mención permanecía estrictamente censurada y prohibida por una disposición oficial.

La convención del Partido Nacional, se mantuvo ayer en sesión continua, después del cuarto intermedio previsto en la semana para que varios de sus dirigentes viajaran a Buenos Aires y regresaran en el llamado barco de la libertad.

Luego de un prolongado debate, la mesa directiva de la convención ratificó una moción aprobada hace 10 días en la que advertía al Gobierno que la detención de Wilson y su hijo "es un obstáculo insalvable" para continuar la negociación con los militares.

A media tarde de ayer, circuló por la capital uruguaya la consigna de iniciar poco después un caceroleo, consistente en golpear cacerolas, con el propósito de llamar la atención en Montevideo sobre la retención del líder blanco y de su hijo Juan Raúl.

El País, Madrid

50.000 personas piden en Montevideo la liberación de Wilson Ferreira

CARLOS ARES - Buenos Aires - 18/08/1984

Más de 50.000 manifestantes del Partido Nacional uruguayo reclamaron el jueves por la noche, en el centro de Montevideo la libertad de su líder Wilson Ferreira Aldunate, detenido en un cuartel militar desde hace dos meses, tras regresar a su país al cabo de 11 años de exilio.

El palco de oradores se instaló en el cruce de la tradicional avenida del Dieciocho de Julio -la más importante de la ciudad- con la calle de Amorín, frente al edificio de apartamentos donde vive Susana Sienra, esposa de Wilson.

Sólo una enorme pancarta en la que se leía la consigna "Por un Uruguay democrático sin exclusiones" rodeaba la improvisada tarima.

Se leyeron numerosas adhesiones de distintos partidos y organizaciones internacionales y un mensaje de Juan Raúl Ferreira, hijo de Wilson, que fue detenido en el mismo momento que su padre, aunque su liberación ya ha sido anunciada por el fiscal militar.

La demora en el trámite de excarcelación responde al interés del Gobierno porque Juan Raúl no pudiera participar en este acto ni en la convención de su partido, que se celebrará el domingo por la tarde.

Rechazo de la negociación
El profesor Carlos Julio Pereira, candidato a vicepresidente del Partido Nacional, cerró el acto con una encendida arenga en la que aseguró que los blancos, como se llama a los militantes del partido, van a enfrentar por todos los medios el acuerdo alcanzado entre el resto de la oposición política y el Gobierno militar.

La multitud, que soportó inmóvil la lluvia y el frío, respondió alzando sus banderas y pancartas, en las que se destacaban los no al pacto.

El canto más repetido de la noche insistía "Olé, olá, les guste o no les guste, no vamos a negociar".

La carta personal de Wilson Ferreira Aldunate en la que anuncia su renuncia a la candidatura presidencial no fue leída en el acto.

El texto completo se conocerá el domingo por la tarde, en el seno de la convención que debe decidir la estrategia inmediata del partido.

El viernes, los dirigentes blancos fueron autorizados por primera vez a visitar a Wilson en el cuartel de la ciudad de Trinidad, unos 200 kilómetros al norte de Montevideo, donde se encuentra detenido.

En esa reunión, en la que participaron Juan Pivel Devoto, presidente del directorio del partido, se resolvió proponer en la convención de mañana que el Partido Nacional participe en las elecciones nominando a otros candidatos.

Wilson convenció a sus compañeros con varios argumentos.

El Partido Nacional aparece como ganador de las elecciones -aunque por escaso margen-, según encuestas privadas encargadas por sus dirigentes.

La elección no sólo determinará quiénes van a ocupar los cargos más altos de la Administración, sino que además fija el número de delegados que tendrá cada partido en la próxima Asamblea Constituyente, que aprobará o no las reformas a la Constitución.

Si los blancos no participan en las elecciones, no tendrán luego voz ni voto para oponerse a la legalización del acuerdo que pretenden los militares.

El País, Madrid

jueves, 17 de junio de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (7ª PARTE)


La larga travesía de un ilustre exiliado
Wilson Ferreira cruzó el río de la Plata para caer en manos de los militares


MARTÍN PRIETO, ENVIADO ESPECIAL, - Montevideo - 18/06/1984


A las 10 horas del sábado, siete unidades navales uruguayas interceptaban en el río de la Plata a la motonave Ciudad de Mar del Plata, que, bajo pabellón argentino, trasladaba a Montevideo a Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Blanco y candidato presidencial a las elecciones de noviembre; a su hijo Juan Raúl, ex presidente de Convergencia Democrática -agrupación de exiliados de todos los partidos-, y a 524 personas más, entre ellas 190 periodistas internacionales.

Fue una aparatosa demostración que retrata todo el desasosiego de esta dictadura militar.

El Ciudad de Mar del Plata fue obligado a parar máquinas y echar el ancla al traspasar las aguas jurisdiccionales uruguayas.

Una patrullera costera, con su ametralladora de popa desmontada, una Zodiac sobre cubierta, un sillín de trasbordo naval de personas y dos hombres ranas, además de su dotación correspondiente, abarloó el vapor de la carrera Buenos Aires-Montevideo abordándolo por la popa.

Dos oficiales, uno de ellos médico, subieron a bordo mientras los uruguayos que acompañaban a Wilson Ferreira entonaban a voz en cuello desde los puentes el himno nacional ("...tiranos, ¡temblad! ¡Libertad, libertad, libertad...!").

La bruma fluvial era deshilachada por cañoneras, guardacostas, un destructor...

Una patrulla de tres aviones sobrevolaba a mediana altura el punto de intercepción.

Wilson Ferreira y su hijo fueron convocados al puente de mando, donde se les instó a abandonar la motonave y transbordar a la patrullera.

Ferreira Aldunate ya había anticipado su negativa a una propuesta de este tenor ("y es muy difícil obligar a un hombre a transbordar").

Otros seis oficiales, entre ellos el prefecto naval de Montevideo, abordaron armados el Ciudad de Mar del Plata, tomaron el mando del buque e impidieron al pasaje el uso de la radio, por más que Radio Belgrano, de Buenos Aires, y una emisora montevideana, que grabó la emisión sin emitirla, radiaban sus crónicas a las dos orillas del Plata pirateando las antenas del barco.

Dos horas después del abordaje, tras dudar Montevideo entre desviar el buque a Colonia -frente a Buenos Aires y atrás de su derrota- o a Punta del Este, más allá de la capital uruguaya, se decidió esta última opción.

Wilson y su hijo pudieron hablar con los periodistas en uno de los puentes, anunciando su detención e incomunicación y el nuevo rumbo del vapor.

En el ambiente de a bordo -tranquilo, pese a la guerra de juguete celebrada en su alrededor- el comentario era generalizado: "Miren lo que hace la dictadura cuando una familia pretende pacíficamente regresar".

El buque, ya con gobierno naval uruguayo, tiró tres cuadrantes, rompió el cerco y puso rumbo a Punta del Este escoltado por tres cañoneras a estribor.

Muchos montevideanos, enterados por las radios argentinas de la interceptación y cambio de rumbo, tomaron sus coches y se dirigieron a la ciudad-balneario de la gran burguesía de los dos países.

En el comedor del buque se reunía en una mesa todavía con los manteles sucios el directorio del Partido Blanco, que viajaba a bordo.

Los oficiales uruguayos en el gobierno de la nave no hicieron notar su presencia.
El día anterior, a las nueve de la noche, el Ciudad de Mar del Plata zarpaba de la dársena sur del puerto de Buenos Aires, entre extraordinarias medidas de seguridad que incluían una última prueba con detector de metales en la misma plancha de la embarcación. Wilson Ferreira, absolutamente afónico, apenas pudo hacer escuchar a la multitud en el muelle otra cosa que "...éste es el único camino...".

Fuera de la bocana del puerto la nave siguió una derrota a la derecha de la demarcación binacional del Plata, procurando no penetrar en aguas uruguayas.

El exiliado en retorno y su familia presidieron la cena entre vítores y aplausos, y hasta la madrugada el bar del buque fue un improvisado escenario en el que se cantaron las canciones prohibidas y se tocó suavemente Candombe, supliendo la percusión con el golpetear de las manos sobre las mesas.

Cerca de la media noche la cañonera argentina de escolta se aproximó protectoramente para desaparecer enseguida en la noche cerrada.

Tras la interceptación y cambio, de rumbo, el ambiente a bordo continúa siendo tranquilo y mucho más emotivo que indignado.

El buque, siempre escoltado hasta Montevideo.

La ciudad parece destellar entre la bruma.

Con espejos y los faros de los automóviles se hacen señales a barco.

El pasaje, acodado en la amuras de babor, contesta reflejando el escaso sol con espejitos de bolso y polveras de señora.


Viraje en redondo


A la 13.30 horas, repasado, Montevideo, un calambre recorre el barco: se levanta la incomunicación por radio con Montevideo.

A los pocos minutos bajan de los camarotes superiores Wilson Ferreira y su hijo para almorzar en el comedor, convertido en plaza de la República.

La motonave reduce sus revoluciones y comienza un viraje en redondo.

La explosión: "¡Los milicos se acabaron, se acabaron volvemos a Montevideo!". Juan Raúl Ferreira confirma que el barco regresa a la capital y que él y su padre volverán a quedar incomunicados en 15 minutos más; que sólo se les ha autorizado a despedirse de sus correligionarios.

Wilson aprecia que esto es el triunfo del buen sentido, que siempre será una victoria popular y que pronto todos volverán a estar juntos.

Entre abrazos, se retiran a sus camarotes.

Nadie almuerza.

A las 14.15 horas el Ciudad de Mar del Plata enfila el canal del puerto montevideano precedido por dos remolcadores, seguido por tres lanchas Zodiac con buceadores de combate y sobrevolado por dos helicópteros.

El silencio se hace estruendoso al sobrepasar la escollera.

El puerto está tomado espectacularmente con tropas navales con casco y bayoneta calada, formadas en los malecones.

Se vuelve a cantar el himno y las consignas sobre Wilson.

Susana Ferreira y muchos uruguayos oran mansamente en el puente alto, recobrando su ciudad tras 11 años de exilio.

Tras una larga espera, Wilson desciende la plancha del barco seguido por su hijo.

Viste una zamarra con capucha juvenil, de gabardina, y, entre los oficiales que le custodian, da rápidamente media vuelta en el muelle y saluda al barco con los brazos en uve.

Son introducidos en una oficina de sanidad marítima y en media hora abandonan el puerto militarizado en dos helicópteros con destino a cuarteles no identificados de las proximidades de Montevideo.

A las seis de la tarde del sábado, horas después del arribo, el resto del pasaje del Ciudad de Mar del Plata fue introducido en autocares que, siguiendo a camionetas y motociclistas militares, recorrieron el puerto, desperdigándoles por diferentes salidas.

La dársena en la que atracó el vapor de la carrera era una ciudadela: acumulando contenedores se habían formado murallas de 50 metros de largo, compartimentando el puerto, y otros parapetos de dos pisos cerraban los accesos.

El despliegue militar era tal que movía a la broma de los inofensivos, hambrientos y derrengados ocupantes de los autocares ("si vosotros nos tenéis tanto miedo, no os preocupéis; más miedo os tenemos a vosotros").

Una hora más tarde, en el Ministerio del Interior, su titular, el general Rapela, recibía a los periodistas para una rueda de prensa sobre un retorno del que en Uruguay prácticamente no se puede escribir una palabra.

Un corresponsal anglosajón, algo cansado por toda la molesta guerra de papel padecida, le espetó: "¿No cree, señor ministro, que el recibimiento que ustedes han dispensado a Wilson Ferreira es propio de "1984"?"

Rapela dudó y terminó por contestar con absoluta ingenuidad: "Perdóneme, pero no comprendo su pregunta."

Obviamente, los militares uruguayos parecen no haber leído a Orwell, pero el sábado le hicieron el honor de llevar a la práctica sus predicciones.

El País, Madrid



Una manifestación pacífica esperaba al líder 'blanco' en Montevideo


CARLOS ARES, ENVIADO ESPECIAL, - Montevideo - 17/06/1984


El grueso de la manifestación convocada por el Partido Nacional (o Blanco) y el Frente Amplio para recibir al líder del primero, Wilson Ferreira Aldunate, a su regreso del exilio, se dispersó al mediodía en el centro de Montevideo, después de cantar el himno nacional uruguayo.

Por los altavoces los dirigentes insistían en recordar que se había dispuesto no marchar sobre el puerto.

"Si esto termina en paz, ganamos nosotros".

Unas 10.000 personas, de las 50.000 que se reunieron entre las 10 y las 11 de la mañana en la amplia avenida del Libertador Lavalleja, que llega hasta el palacio legislativo, cantaron el himno alzando las banderas partidarias y las manos con el signo de la victoria, mientras un helicóptero policial sobrevolaba la zona.

Hasta las últimas horas de la tarde seguían circulando automóviles adornados con banderas por el centro y en toda la ciudad sonaba un permanente eco de bocinas.

Los organizadores del acto -llamado Día de las Libertades por el Frente Amplio, y del Reencuentro y Unidad Nacional por el Partido Nacional- pactaron con la policía para que no interviniera, a pesar de que el Gobierno había prohibido expresamente cualquier manifestación pública.

Los efectivos policiales, montados en vehículos de asalto, patrullas y motocicletas, se desplazaron alrededor de toda la avenida, pero no se registraron detenciones ni se cortó el tráfico.

Nadie, ni siquiera los dirigentes políticos presentes, sabía entonces lo que estaba ocurriendo con el barco Ciudad de Mar del Plata, en el que viajaba Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Nacional, y su hijo Juan Raúl, quienes regresaban a Uruguay desde Argentina después de haber vivido desde hace 11 años en el exilio.

Algunos creían que el Ciudad de Mar del Plata ya había llegado a puerto y suponían que los líderes políticos habrían sido detenidos y trasladados fuera de Montevideo.

La radio El Espectador recibía información directa de sus cronistas, que viajaban en el barco, pero no la transmitía por la prohibición oficial vigente.

El País, Madrid

miércoles, 16 de junio de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (6ª PARTE)


El regreso del líder de la oposición uruguaya
El dirigente de la oposición Wilson Ferreira, arrestado cuando regresaba a Uruguay
El líder del Partido Nacional culminaba 11 años de exilio

CARLOS ARES ENVIADO ESPECIAL, - Montevideo - 17/06/1984

El líder del Partido Nacional uruguayo, Wilson Ferreira Aldunate, fue detenido en el barco de bandera argentina Ciudad de Mar del Plata, que le traía de regreso a su país después de 11 años de exilio, y abandonó por su propio pie el barco a las cuatro de la tarde, hora local (las nueve de la noche), hora peninsular, para ser trasladado más tarde en un helicóptero al Comando General de la Armada Uruguaya.

En Montevideo se registraron durante todo el día numerosas manifestaciones.

El barco de línea que habitualmente cruza el río de La Plata entre Buenos Aires y Montevideo fue custodiado hasta el límite internacional por un buque de la Prefectura Naval Argentina.

Ya en aguas jurisdiccionales uruguayas se le acercó una nave de la Armada y una lancha patrulla que le obligaron a fondear cuando se encontraba a siete millas del puerto de Montevideo.

Dos oficiales y un suboficial de la prefectura uruguaya ascendieron al barco y se presentaron ante el capitán argentino Víctor Rojas, con la orden para detener al dirigente político uruguayo y a su hijo Juan Raúl.

El Ciudad de Mar del Plata permaneció anclado más de media hora a unos 11 kilómetros del puerto sin que fuera posible divisarlo desde la costa, debido al banco de niebla que se extendía sobre el río.

El capitán prohibió el acceso a los periodistas al sector del puente de mando, donde mantuvo una reunión con Wilson Ferreira y los oficiales uruguayos encargados de detenerle.

El líder del Partido Nacional se resistió a entregarse voluntariamente y dijo que sólo lo sacarían de allí por la fuerza.

Ante la imposibilidad de ejecutar el arresto, los oficiales levantaron un acta que fue firmada por ellos y el capitán del barco.

Tras comunicarse con el comando de la Armada, le dieron al capitán la orden de desviar el curso del barco y dirigirse hacia la ciudad balnearia de Punta del Este, situada en el Atlántico, a unos 150 kilómetros hacia el noreste de Montevideo.

A las casi dos horas de marcha y tras una tensa negociación por radio, Wilson Ferreira recibió garantías sobre su vida y la de su familia y logró la asistencia de un abogado. El barco argentino rectificó entonces nuevamente su rumbo y regresó al puerto de Montevideo, donde atracó a las cuatro de la tarde.

El Gobierno militar garantizó al dirigente de la oposición la seguridad sobre su vida y la asistencia de un abogado.

El líder del Partido Nacional descendió por su propio pie del barco y primeramente fue conducido en helicóptero hasta el Comando General de la Armada, donde se negó a ser examinado por un médico militar.

Más tarde fue trasladado nuevamente en helicóptero hasta una unidad militar ubicada fuera de la ciudad.
El acuerdo entre el Gobierno militar y el dirigente político fue posible después de que se disolviera sin incidentes la manifestación convocada desde la mañana por sus partidarios en el centro de la ciudad.

Los organizadores, enterados de la negociación, convencieron a los asistentes para que no se trasladaran hasta la zona portuaria, tal como se había anunciado previamente.

El puerto fue tomado desde la noche anterior por efectivos del Ejército y la Marina.

Los contenedores de carga depositados en el muelle comercial fueron distribuidos detrás de las rejas unos sobre otros, hasta una altura que impedía la visión desde fuera hacia adentro.

La entrada principal al Comando General de la Armada, por una de cuyas puertas laterales salen los pasajeros que desembarcan, fue bloqueada con alambre de púas enrollado y convertido prácticamente en una trinchera.

Tres dotaciones de bomberos estaban listas para entrar en acción, y los soldados, vestidos con uniforme de combate y pertrechados con fusiles ametralladores, ocuparon posiciones detrás de las tanquetas y en los edificios altos frente al puerto.

Los reducidos grupos de personas que se formaron en las aceras y esquinas vecinas fueron obligados a alejarse y a circular hacia el centro de la ciudad.


Trámites aduaneros

Los casi 130 periodistas de todo el mundo que viajaron en el barco de Ferreira Aldunate, junto con dirigentes políticos, militantes y residentes uruguayos en Argentina especialmente invitados, fueron obligados a cumplir con rigurosos trámites aduaneros, y sólo pudieron salir del puerto en las primeras horas de la noche.

Entre el lunes y el martes se es pera que llegue a Montevideo un grupo de parlamentarios argentinos, que pedirán, de forma no oficial, ante el Gobierno militar uruguayo, por la libertad de Wilson Ferreira.

Los dirigentes del Partido Nacional gestionan además una intervención telefónica directa tanto del presidente argentino, Raúl Alfonsín, como del presidente del Gobierno español, Felipe González.

Los periódicos uruguayos habían acatado la medida impuesta por el Gobierno desde el miércoles, y se limitaron a transcribir nuevamente los comunicados oficiales que alertaban a la población sobre los "agitadores y grupos clandestinos que habrían ingresado al país".

El Consejo Nacional de Seguridad, integrado por la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y el presidente de la República, Gregorio Álvarez, permanecía reunido en sesión continua.

El coronel Pomoli, de la Dirección Nacional de Relaciones Públicas del Estado, como se denomina el servicio de inteligencia, admitió a esa hora que dos oficiales y un suboficial de la Prefectura Naval Uruguaya subieron al barco argentino, fondeado a siete millas del puerto, para detener a Ferreira Aldunate, pero éste se resistía a entregarse.

Ferreira, nacido el 28 de enero de 1919 en Nico Pérez, localidad situada al noroeste de Montevideo, vivió en el campo durante toda su juventud, lo que le permitiría presentar, durante su época de diputado, varias reformas de las estructuras agrícolas.

En 1966, el Partido Blanco perdió las elecciones, y Ferreira pasó al Senado.


'Procurador de la nación'

Ferreira Aldunate era denominado el procurador de la nación por sus partidarios, a causa de los virulentos ataques contra lo que denominaba los desbordes autoritarios del Gobierno colorado, que provocaron la dimisión sucesiva de los ministros de Economía, del Interior y de Industria entre 1967 y 1971.

Tras su exilio, el 7 de junio de 1976, se dirigió a EE UU para presentar ante el Congreso norteamericano la propuesta de suspender la ayuda militar a Uruguay.

Al día siguiente, el Gobierno militar de Montevideo lanzó una orden de detención contra él por presuntos contactos con la subversión.

Posteriormente, en 1983, Aldunate se trasladó a España, y posteriormente, a Buenos Aires. Su designación oficial como candidato del Partido Blanco a la presidencia de la República en los comicios del 25 de noviembre de 1984 se produjo en diciembre de 1983.


El regreso del líder de la oposición uruguaya
Los delitos imputados

- Madrid - 17/06/1984

La justicia militar uruguaya requiere la captura de Wilson Ferreira Aldunate bajo los siguientes cargos:
- Asistencia a la asociación subversiva.
- Ataque a la fuerza moral de las fuerzas armadas.
- Actos capaces de exponer a la República al peligro de represalias.

El tercero de los delitos mencionados se castiga con una pena mínima de seis años de penitenciaría y no es excarcelable.

Sin embargo, informaciones no confirmadas señalan la posibilidad de que el líder nacionalista sea excarcelado después de dictarse su procesamiento, manteniéndose a disposición de la justicia, e inhabilitado para participar en las próximas elecciones.

El País, Madrid

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (5ª PARTE) ENTREVISTA A WILSON FERREIRA


ENTREVISTA
El "desembarco" de Wilson Ferreira en Montevideo
El líder del Partido Blanco apuesta a "todo o nada" al regresar a su país


MARTIN PRIETO, - Buenos Aires - 17/06/1984


Al día siguiente del golpe de Estado militar de 1973, Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Blanco uruguayo y jefe de la oposición al Gobierno colorado, esperaba junto a su mujer, Susana, el despegue de un avión privado.

El aparato tenía permiso de despegue, pero la pequeña pista, dado el estado de sitio, se encontraba vigilada por las tropas.

El pequeño aeroplano comenzó a rodar por la pista.

Wilson y Susana salieron de los matorrales en los que estaban escondidos y corrieron hacia él.

Una portezuela se abrió y el matrimonio se tumbó en el suelo de la carlinga esperando los disparos.

Ferreira susurró a Susana al oído: "No me dirás que te he dado una vida aburrida".

Once años después, a las diez de la noche del pasado viernes, zarpaba del puerto de Buenos Aires el Ciudad de Mar del Plata, vapor de línea entre la capital argentina, y Montevideo, para desembarcar en Uruguay a Wilson Ferreira, ya candidato presidencial a las elecciones previstas para noviembre por la dictadura militar.

Nuestro corresponsal en el Cono Sur entrevistó a Ferreira poco antes de que embarcase.


Wilson Ferreira tiene 65 años y tres hijos de su matrimonio.

Le falta una asignatura para terminar Derecho, y dedicó toda su vida adulta a la política uruguaya dentro del Partido Nacional -o Blanco-, que sólo durante ocho años alcanzó a gobernar el país, dada la hegemonía electoral (siempre por unos escasos miles de votos) del Partido Colorado.

Blancos y colorados, en una traslación siempre peligrosa, podrían equipararse a los conservadores y laboristas británicos, o a los republicanos y demócratas estadounidenses.

Los blancos, representantes del campo y los ganaderos, siempre en buenos contactos con Argentina; los colorados, representantes de la pequeña burguesía urbana de Montevideo, siempre en buenos términos con el gigante brasileño.
Ferreira escapó de Buenos Aires tras el asesinato, en el que colaboraron los servicios de inteligencia militar argentina y de Uruguay, de Zelmar Michelini, senador, y de Héctor Gutiérrez, ex presidente de la Cámara de Diputados.

Fueron secuestrados y asesinados en la capital argentina en un operativo que incluía la muerte de Ferreira, a quien no pudieron encontrar.

Tras denunciar ante el Senado estadounidense las atrocidades de la dictadura castrense uruguaya, Wilson Ferreira se convirtió en la bestia negra de los militares.

Más de 500 personas le acompañan en el Ciudad del Mar del Plata, de bandera argentina, en su regreso al país tras 11 años de exilio.
El Gobierno de Montevideo, que preside nominalmente el general Gregorio (Goyo) Álvarez, ha prohibido a la Prensa cualquier mención directa o indirecta del regreso del líder blanco.

No parece que vuelva al país un líder político acompañado de 190 periodistas y correligionarios; parece que regresara una división armada con capacidad operativa de desembarco.

Desde la caída del sol el viernes se cerró la ciudad vieja de Montevideo, y el puerto está patrullado por tanquetas militares.

Helicópteros artillados sobrevuelan la ciudad, y las emisoras de radio emiten comunicados periódicos, enmarcados entre marchas militares, informando del presunto acceso al país de comandos terroristas, e intentando disuadir a la población de acudir a los aledaños del puerto para recibir al exiliado que vuelve.

No se alberga la menor de las dudas sobre que Ferreira y su hijo serán detenidos en cuanto atraque el vapor, y, a tenor de informes llegados desde Montevideo, serán trasladados directamente al siniestro penal de la ciudad de Libertad.

Sin ningún miramiento, a Ferreira se le reputa en Montevideo de físicamente cobarde; es posible que lo sea, como en el mismo sentido lo fue Manuel Azaña.

El jueves se encontraba transpuesto en la cama, en un hotel de Buenos Aires, quizá somatizando su futuro personal.

Pero el caso es que vuelve, y que lo hace en una apuesta de a todo o nada, para colocar a la nerviosa dictadura uruguaya ante sus propias contradicciones.

Pregunta. ¿No tiene miedo de ser asesinado a su regreso?

Respuesta. No. No se dan las condiciones objetivas para un regreso a la filipina. Podría tener temor en Buenos Aires, y ya se han encargado allí de protegerme en lo posible. Una vez en manos de los militares uruguayos sé que nada podrá pasarme. No tengo ninguna veleidad por ser un mártir y ya he repetido que harán conmigo lo que los uruguayos quieran que hagan. No pienso someterme a la jurisdicción uruguaya actual por cuanto rechazo su legitimidad, pero debo regresar a mi país.

P. Usted ha sido muy duro con las Fuerzas Armadas, pueden temer de usted una actitud revanchista.

R. No soy candidato a juez ni a fiscal. Soy candidato a presidente de la República. Los problemas acumulados se resolverán y a la satisfacción de todos, cuanto menos se crispe la gente. El Ejército uruguayo está muy equivocado respecto a mí y a mi partido. Lo quiere todo firmado, como en las ordenanzas españolas, y en política las cosas no siempre son así. Acaso sea una herencia de esas ordenanzas en las que un centinela -la centinela, en el mejor castellano- lo tiene todo organizado y programado, hasta tal punto que puede morir antes de conocer quién le asalta.
Yo no voy a destruir al Ejército uruguayo, sino que lo voy a dignificar, pero no terminan de comprenderlo.

P. ¿No es un precio excesivamente alto su candidatura a ultranza para la celebración de elecciones en Uruguay?

R. Mi partido no acepta que se lleven a cabo elecciones con proscripción de candidaturas a personas. Yo no sé qué pensarán en la Europa democrática de nuestra postura, que a mí me parece elemental. Ustedes deben entender que son los propios militares uruguayos los que repiten constantemente que sin acuerdo previo no puede haber elecciones. Saben perfectamente que no se puede llamar a votar sin la anuencia del Partido Blanco. Y yo me ofrezco como ofrenda de paz, como afirmé recientemente en Argentina: si el Gobierno uruguayo convoca elecciones con el pleno restablecimiento de libertades que fija la Constitución, retiro mí candidatura, y aun así me resultará escaso el presunto sacrificio.

P. ¿Su regreso podrá entorpecer el calendario electoral?

R. Yo no tengo alma de mártir pero vuelvo con el signo de la alegría y de la reunificación, del reencuentro y de la venida tranquila. No vuelvo para la guerra ni para el enfrentamiento. Mis simpatizantes tienen consignas de recibirme en la más absoluta paz, con esperanza y bajo el signo de la reconciliación nacional para todos. Quiero unas elecciones realmente libres y tranquilas para mi país, sin el menor ánimo de revanchas históricas. Los problemas continuarían en el futuro si se mantienen las exclusiones y las proscripciones.

P. ¿Algo más?

R. Que regreso en son de alegría y paz. Que creo tener todo mi derecho a volver, que de nada se me puede acusar y que sólo aspiro a las elecciones libres y democráticas de noviembre sin el menor rencor ni revisionismo. Que confío en que las democracias europeas -y particularmente la española- entiendan la postura de mi partido y la arbitrariedad de mí inmediato encarcelamiento.


El viernes, Montevideo era un hervidero de rumores.

Las emisoras de radio transmitían constantemente comunicados mientras los helicópteros sobrevolaban la ciudad.

Lo dicho, no parecía que regresara un hombre con 11 años de exilio a sus espaldas, sino todo un ejército de desembarco.

La realidad es que el personaje está cansado, fatigado en extremo por una gripe y sin la menor de las ganas de ser apresado por sus rencorosos, enemigos políticos.

Pero se apresta a volver en esta noche del viernes para que nunca más, al menos, le reprochen sus detractores que siempre aduzca su condición de católico para no batirse en duelo, una práctica legal en Uruguay.

Sea como fuere, es un hombre que regresa para entregarse a quienes no le pueden soportar.

La vuelta al todo o al nada del vapor de línea entre Buenos Aires-Montevideo que habrá hecho el Ciudad del Mar del Plata.

El País, Madrid

martes, 15 de junio de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (4ª PARTE)


Continuamos publicando las notas vinculadas al regreso de Wilson Ferreira Aldunate, en vísperas de un nuevo aniversario del mismo, aparecidas en el diario "El País" de Madrid.

Vayan pues estos artículos a modo de homenaje, y que sirvan para mantener viva la memoria del que fue el más grande de todos.


El regreso del candidato presidencial del Partido Blanco, Ferreira Aldunate, hace crecer la tensión política en Uruguay
El Gobierno militar desmiente la renuncia del actual presidente, teniente general Gregorio Álvarez
CARLOS ARES, ENVIADO ESPECIAL, - Montevideo - 16/06/1984
El desmentido oficial del general Pedro Aranco, verdadero hombre fuerte del Gobierno, sobre un supuesto "movimiento de generales que habrían depuesto al presidente de la República, general Gregorio Álvarez", no ha hecho más que alimentar con una renovada energía los rumores cuando faltan pocas horas para el regreso, tras 11 años de exilio, de Wilson Ferreira Aldunate, proclamado candidato presidencial del Partido Blanco y a quien los militares han prometido arrestar.
La censura oficial que se ejerce sobre los periódicos ha desatado una ola de información clandestina en la que nadie puede citar fuente ni origen.

Los dirigentes del Partido Blanco que han quedado en el país se encuentran desbordados y se limitan a acreditar periodistas con una tarjeta como si se preparara para hoy un gran festival al aire libre.

Los panfletos que circulan por Montevideo confunden aún más al ciudadano. Las reuniones de manifestantes se citan en distintos lugares, y en uno de los últimos comunicados, el Partido Blanco convoca a sus militantes directamente en el puerto de Montevideo cuando ya se ha anunciado que toda la zona será bloqueada.

Anoche se clausuraron las cuatro entradas al puerto y las vallas que lo rodean fueron cubiertas con gruesas lonas verdes. La policía aún no había recibido órdenes de interrumpir el paso en la entrada a la ciudad vieja.
La Junta de Comandantes en Jefes de las fuerzas armadas decidió que la Marina se encargara de las operaciones de seguridad y de la detención de Aldunate.

El barco que trae al líder del Partido Blanco -junto con parte de su familia, dirigentes de su partido y personalidades uruguayas residentes en Argentina especialmente invitadas, además de 130 periodistas de todo el mundo atracará en el puerto de Montevideo alrededor de las once de las mañana (las cuatro de la tarde, hora peninsular).
Al descenso en el puerto
La posibilidad de que el barco pudiera ser interceptado en cuanto entre en las aguas jurisdiccionales fue descartada ante la dificultad que supondría un procedimiento militar en estas condiciones.

La interrupción ¡legal del viaje de un barco de líneas argentino originaría un incidente diplomático.

Todo parece indicar que la detención de Wilson Ferreira Aldunate y de su hijo se va a producir en cuanto desciendan en el puerto.

De allí sería conducido en helicóptero a un cuartel situado fuera de la ciudad. La coalición de partidos de centro-izquierda que se agrupa en el Frente Amplio convocó también una manifestación en el que llama día nacional de las libertades.

Las asambleas de trabajadores y estudiantes se han adherido a esa concentración, que según el deseo de todos, será pacífica.
Los militantes del Frente Amplio se reunirán a las once de la mañana en una de las esquinas céntricas para cantar el himno y luego retirarse sin marchar hacia la zona del puerto.

No habrá oradores y sus dirigentes se han propuesto no dar motivo para que las fuerzas de seguridad desaten una represión indiscriminada.
Todos los cálculos sobre la cantidad de personas que participará hoy en las reuniones de manifestantes han descendido rápidamente ante la evidencia de que las fuerzas armadas están dispuestas a copar las calles con tanques y carros de asalto, y se teme una reacción incontrolada.

El País, Madrid.



Ante el retorno de Wilson Ferreira Aldunate
AURELIANO RODRÍGUEZ LARRETA 16/06/1984
El dirigente uruguayo Wilson Ferreira Aldunate regresa hoy a Uruguay, a pesar de las advertencias y amenazas del régimen militar.

El autor de este artículo analiza las consecuencias de este retorno y pasa revista a la actual situación de tensión política en ese país latinoamericano, subrayando la necesidad de un futuro libre y democrático, necesario para su reconstrucción nacional.

El pasado 25 de mayo, el líder del Partido Nacional (blanco) uruguayo, Wilson Ferreira Aldunate, se situó en Concordia (ciudad argentina que mira a su país) y anunció ante un millar de compatriotas que regresaría al país el 16 de junio.

El Gobierno militar de Montevideo ha repetido una y otra vez que Ferreira será detenido en cuanto pise el territorio uruguayo y sometido a la justicia militar.

Pocos días después de conocerse el anuncio de Ferreira, los militares exigieron a los líderes políticos legales la apertura de negociaciones sobre la base de la última propuesta castrense de institucionalización, lo cual debía producirse no más tarde del 15 de junio, en cuyo defecto tendrían que ser suspendidas las elecciones programa das para el próximo 25 de noviembre.

El ultimátum. enrareció aún más el tenso ambiente político uruguayo y fue recibido como una jugada especialmente dirigida contra el líder del Partido Nacional, a la vez que una amenaza de alteración del calendario político establecido por el propio régimen para devolver el gobierno a los civiles.
Para despejar cualquier duda acerca de las intenciones del Gobierno, la policía de Montevideo apaleó brutalmente el 3 de junio una manifestación pacífica no autorizada, convocada por la totalidad de las fuerzas políticas y sociales democráticas.

Al día siguiente quedaron expresamente prohibidas todas las manifestaciones públicas, en decisión que confirma a los observadores la impresión de que las autoridades piensan emplearse a fondo para reprimir cualquier efecto político derivado del retorno de Ferreira.

Como era de esperar, éste ha ratificado sus planes y los blancos preparan un gran recibimiento, aun a sabiendas de que su jefe no podrá siquiera tomar contacto ni ser visto por el pueblo, ya que su detención tendrá lugar, probablemente, a bordo de la embarcación en la que llegará a Montevideo.
El diálogo con los militares
El pasado día 4, después de oír los requerimientos militares a la oposición y en vista de la actitud represora evidenciada por los demás actos gubernativos, irreconciliablemente hostiles a Ferreira Aldunate, los dirigentes del Partido Nacional anunciaban la decisión de no volver a sentarse en ninguna mesa negociadora con los militares.

Las demás fuerzas políticas -a pesar de su manifiesta solidaridad con los blancos- no acertaban con una reacción inmediata y procedían a evaluar la gravedad de la situación.

No obstante, posteriormente pudo saberse que en el seno de la Multipartidaria, de la que no está excluido ningún sector político, prevalecía el criterio de no concurrir el día 15 ni dar respuesta alguna a las propuestas militares en las actuales condiciones.

El retorno de Ferreira Aldunate es el hecho político más esperado y necesario para la sociedad uruguaya desde que, el 19 de marzo pasado, recuperó la libertad el general Líber Seregni, líder de la coalición de izquierdas Frente Amplio, privada de toda legalidad por el régimen militar.

No obstante, nadie es capaz de predecir lo que podrá ocurrir cuando una enorme masa humana como la que, según está previsto, se apretará mañana en el peligroso embudo que forman la Ciudad Vieja y el puerto de Montevideo, desafiando a cualquier prohibición autoritaria, decida reclamar sus derechos.
Wilson Ferreira se instaló en un hotel de la capital argentina el 23 de abril, en medio de insistentes especulaciones sobre su inminente regreso a Uruguay luego de casi 11 años de exilio.

Fue recibido con especial distinción en círculos oficiales y parlamentarios, al punto de que al día siguiente de su llegada almorzó con el presidente Alfonsín en la residencia de Olivos y el Ayuntamiento bonaerense le declaró huésped de honor.

El hecho tuvo inmediatas consecuencias en Uruguay, tanto a nivel popular como a nivel oficial.

El mismo día 24 de abril, apenas unas horas después del almuerzo de Olivos, llegó a Montevideo el nuevo embajador argentino.

Pero el que llegaba era nada menos que Carlos H. Perette (figura del radicalismo, ex vicepresidente con Arturo Illía, que fue depuesto por el general Onganía), y no lo hacía por los medios normales de transporte, sino que venía a bordo de la cañonera Muratore, en gesto que fue interpretado como una nueva mano echada por Alfonsín a la oposición uruguaya, por simbolizar la sumisión de la fuerza armada al poder civil.
Las autoridades del Partido Nacional se reunieron en Buenos Aires con Ferreira, quien desde diciembre de 1983, y por abrumadora mayoría de la convención nacionalista, es nuevamente candidato a la presidencia de la República.

El día 26 se decidió lanzar una urgente movilización de las bases nacionalistas para recoger firmas en uso del derecho constitucional de iniciativa popular y forzar la realización de un plebiscito que daría por tierra con todas las normas antidemocráticas del régimen militar.

En breves días se recogieron más de 600.000 firmas.
Pero simultáneamente al lanzamiento de tan sobrada como quimérica demostración de fuerza política, Wilson Ferreira envió un interesante mensaje a los militares uruguayos, aparentemente no recibido por éstos.

En un discurso pronunciado ante miles de uruguayos en Buenos Aires, el 28 de abril, Ferreira ofreció renunciar libremente a su candidatura presidencial si las Fuerzas Armadas aceptan, sin condicionamiento alguno, la restauración inmediata del Estado de derecho regido por la Constitución de 1967.
El 23 de mayo, cuando las autoridades del Partido Nacional se preparaban para presentar las firmas conteniendo la iniciativa popular, el Gobierno dictó un nuevo acto institucional en el cual se decreta que la función constituyente es ejercida exclusivamente por el poder ejecutivo.
¿Elecciones sin futuro?
El 1 de mayo, a la misma hora en que uno de cada cuatro montevideanos se concentraba junto a la clase obrera para reclamar libertad y trabajo, las Fuerzas Armadas entregaban a los partidos autorizados (los mayoritarios partidos tradicionales, Nacional y Colorado, y la minúscula Unión Cívica) una nueva propuesta de salida institucional que, respetando la realización de elecciones el próximo 25 de noviembre, supone la continuidad de la tutela militar sobre el Gobierno, la jurisdicción militar para los civiles y la autonomía de los ejércitos en la designación de sus altos jefes.

La propuesta va acompañada del mantenimiento de la proscripción para Ferreira Aldunate y Líber Seregni, pero además supone para el Frente Amplio el ofrecimiento de legalización de algunos de los partidos de la coalición, tales como el democristiano, el socialista, los sectores de origen batllista y agrupamientos de independientes.

Se mantendría el veto para el Partido Comunista de Uruguay y otros grupos afines.
Para los colorados, la oferta militar entraña, a la vez, una ventaja electoral inmediata y un serio peligro a medio plazo.

Un Gobierno presidido por su actual líder, Julio María Sanguinetti, sería bien visto por Washington, la derecha uruguaya y el capital internacional.

Pero los principios del Partido Colorado quedarían por el camino.
Es en momentos en que todos los partidos, legales e ilegales, están considerando la más digna respuesta al ultimátum y al contenido mismo de la propuesta militar -unánimemente considerada inaceptable en su formulación actual- cuando va a producirse el retorno del indiscutido líder nacionalista y probable primer aspirante a gobernar Uruguay en caso de una consulta libre al cuerpo electoral.

Nadie entiende cómo los militares podrán mantener encarcelado a Ferreira, contra una opinión pública movilizada, y pretender una negociación.
Los partidos y el conjunto de los movimientos sociales uruguayos se hallan enfrentados con un poder que no entiende ni quiere reconocer las realidades de un país al que sólo puede controlar por la fuerza que detenta.

En opinión de algunos observadores, se ha extendido demasiado la creencia de que las elecciones de noviembre son una meta irrenunciable, a cambio de la cual sólo aguarda el abismo. Amplios sectores de la oposición parecen sostener esa idea, que está beneficiando al Gobierno.
En ese sentido, el radicalismo de los blancos, exacerbado por la necesidad de conquistar la libertad y la rehabilitación política de Ferreira Aldunate, supone una saludable fuerza de arrastre ante quienes -como en el caso de influyentes sectores del Partido Colorado- se muestran proclives a aceptar algunas de las bases presentadas por los militares con tal de poder llegar a las elecciones.
Por el lado del Frente Amplio -al que el Gobierno también ha querido lanzar un anzuelo divisionista- se ha insistido en la necesidad de una respuesta democrática unitaria, capaz de lograr que las elecciones resulten todo lo libres y auténticas que deben ser para asegurar un futuro igualmente libre y democrático, y un gobierno con el apoyo popular necesario para enfrentar la gran tarea de reconstrucción económica y social.
Aureliano Rodríguez Larreta es periodista uruguayo y vive en España.

El País, Madrid

lunes, 7 de junio de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (3ª PARTE)


Prohibición de las manifestaciones públicas en Uruguay

AGENCIAS - Montevideo - 06/06/1984


El Gobierno militar uruguayo del general Gregorio Álvarez ha prohibido las manifestaciones y reuniones públicas en el país.


Según un comunicado del Ministerio del Interior, hecho público en la noche del pasado lunes, la medida se ha adoptado a causa de las "violencias en la calle" en que han degenerado las últimas manifestaciones, "pretendidamente pacíficas".


La prohibición afecta especialmente al acto masivo programado para el próximo día 16, en que el líder del Partido Blanco, Wilson Ferreira Aldunate, ha anunciado su vuelta a Uruguay.


El domingo pasado la policía reprimió violentamente una manifestación opositora que se desarrollaba por el centro de Montevideo.


En los enfrentamientos se produjeron decenas de heridos y numerosas detenciones.

Por otra parte, los altos mandos militares se reunieron el mismo lunes con dirigentes políticos y les urgieron a una respuesta a su proposición de un acuerdo para democratizar el país, hecha el pasado 1 de mayo.


Al mismo tiempo les informaron de que detendrán, procesarán y condenarán a Wilson Ferreira si regresa al país.


El ministro del Interior, general Julio César Rapela, convocó, por otra parte, a Líber Seregni, líder del Frente Amplio, para anunciarle la rehabilitación de algunos grupos que integran la coalición izquierdista, lo, cual ocurriría una vez se logre un acuerdo con los tres partidos habilitados: Blanco, Colorado y Unión Cívica.


El País, Madrid

viernes, 28 de mayo de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984 (2ª PARTE)



Ferreira y su hijo volverán a Uruguay el 16 de junio
La detención de los líderes exiliados será inmediata


MARTÍN PRIETO, - Buenos Aires - 28/05/1984


Wilson Ferreira, máximo dirigente del Partido Blanco uruguayo y candidato presidencial a las elecciones de noviembre, regresará a su país el próximo 16 de junio, poniendo fin a 11 años de exilio.


Ferreira hizo el anuncio en la ciudad argentina de Concordia, fronteriza con Uruguay, en un mitin al que asistieron más de un millar de compatriotas que cruzaron los puentes sobre el río Uruguay para escuchar al líder proscrito políticamente por la dictadura y reclamado por la justicia militar como presunto reo de traición a la patria.


Wilson Ferreira embarcará la noche del 15 de junio en un transbordador fletado expresamente en Buenos Aires para cruzar el río de la Plata y desembarcar al día siguiente en Montevideo acompañado de 600 personas entre simpatizantes y periodistas. Desembarcará junto a su hijo -también exiliado- Juan Raúl Ferreira, máximo dirigente de Convergencia Democrática, la organización que agrupa en el extranjero a los exiliados uruguayos de todas las tendencias políticas, y no cabe ninguna duda sobre la detención inmediata de padre e hijo.

El desarrollo de la jornada de protesta pacífica prevista para ayer en Montevideo se considera decisivo para conocer la magnitud de la respuesta popular a la próxima detención de Wilson Ferreira.
El País, Madrid

martes, 25 de mayo de 2010

ARCHIVOS DE LA MEMORIA I: HACIA EL REGRESO DE WILSON EN 1984



Comenzamos a publicar en este espacio la secuencia de notas periodísticas de "El País" de Madrid vinculadas con el regreso de Wilson Ferreira al Uruguay, convertido en el más notorio opositor a la dictadura militar de aquellos años, a efectos de que las generaciones más jóvenes tengan, a vuelo de pájaro, una visión independiente sobre esos hechos.


Los comentarios, adjetivos, opiniones, relatos de situaciones y entrevistas podrán ser compartidos en algunos casos y rechazados en otros. Pero poder analizar como se nos veía desde afuera siempre aporta elementos. Lo que sí queda claro en estos artículos es que Wilson cumplió con su palabra en el Senado la noche del golpe de estado de 1973: se convirtió en el vengador de la República.


Esperamos que el aporte sirva.


Wilson Ferreira exige unas elecciones libres para Uruguay
Ha lanzado un llamamiento a la movilización popular

MARTÍN PRIETO, - Buenos Aires - 30/04/1984

Wilson Ferreira Aldunate, candidato presidencial por el Partido Nacional uruguayo (Blanco) a las elecciones de noviembre, inició el sábado en Buenos Aires su última etapa para regresar a su país y estimular unas elecciones sin proscripción de partidos o personas.

Ante más de 6.000 uruguayos exiliados en Argentina o llegados expresamente desde la república oriental, Ferreira pronunció en la cancha de la Federación de Boxeo Argentina un mitin de más de dos horas en el que pidió la movilización popular para presionar en este último tramo de la dictadura castrense.
Anunció que estaba dispuesto a renunciar a su candidatura presidencial si los militares restituyen la vigencia de la Constitución antes de las elecciones, y afirmó que en breve volverá a Montevideo."No tengo vocación de preso", dijo, "ni ganas de someterme a una justicia arbitraria como la de los militares que ahora ocupan el poder, pero volveré cuando lo decida la dirección de mi partido, y será muy pronto. Harán de mí lo que el pueblo uruguayo, esté dispuesto a tolerar".
El líder blanco, que tuvo magnas palabras de elogio para el general Líber Seregni, rechazó la posibilidad de unas elecciones a las que no puedan concurrir libremente todos los uruguayos.

Una radio montevideana transmitió 20 minutos del discurso de Ferreira y varias emisoras porteñas lo emitieron íntegro y en directo para que pudiera ser escuchado en la otra orilla del Plata.
Fuentes del Partido Blanco estiman que la respuesta popular en el 1 de Mayo será decisiva para el rápido regreso de Ferreira a Montevideo. La entrada al país intentaría hacerse en un avión comercial o en uno de los transbordadores Buenos Aires-Montevideo, en compañía de la Prensa internacional, aproximadamente en el plazo de un mes. Se da por segura su detención al llegar al país, por estar reclamado por la justicia militar como "traidor a la patria".

El mismo sábado, los tribunales castrenses uruguayos emitieron requisitorias de busca y captura contra el hijo mayor de Wilson Ferreira, que preside la Convergencia Democrática, agrupación de exiliados de todas las tendencias políticas.

Finalmente, el Gobierno del dictador Gregorio Álvarez, "Goyo", ha expresado sus quejas a la cancillería argentina por las deferencias y amparo encontradas por Wilson Ferreira en la República Argentina.

"El País", Madrid

jueves, 20 de mayo de 2010

EL TOBA Y ZELMAR


Un 20 de mayo, pero de 1976, fallecían, brutalmente asesinados, el Presidente de la Cámara de Representantes, el nacionalista Héctor "Toba" Gutiérrez Ruiz, y el Senador frenteamplista Zelmar Michelini, conjuntamente con dos ex-militantes del MLN, Rosario Barredo y William Whitelaw.

En la misma acción se pretendió asesinar a Wilson Ferreira Aldunate, entonces Senador y líder del Partido Nacional.

El asesinato fue planificado por la dictadura uruguaya, encabezada en aquel momento por Juan María Bordaberry, padre del actual conductor del Partido Colorado, el Senador Pedro Bordaberry, y ejecutado por la dictadura argentina, que en ese momento encabezaba el General Jorge Rafael Videla.

Wilson, el Toba y Zelmar encabezaban desde Buenos Aires la resistencia a la dictadura uruguaya.

La siguiente es la nota escrita por Wilson Ferreira a Videla, denunciando los hechos ocurridos.


"Buenos Aires, 24 de mayo de 1976


Excelentísimo Señor Presidente de la Nación Teniente General D. Jorge Rafael Videla


Dentro de pocas horas buscaré el amparo de la Embajada de un país democrático, cuyo gobierno respeta las normas que rigen la conducta de las naciones civilizadas. Antes de hacerlo, tengo el deber de escribirle estas líneas.

No sé si llegará a leerlas, pero creo que le haría bien hacerlo.

Hace casi tres años, a consecuencia de los acontecimientos políticos ocurridos en el Uruguay, Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini y yo, uruguayos los tres, confiamos, como multitud de otros compatriotas, nuestra seguridad y la de nuestras familias a la protección de la bandera argentina.

Poco o nada nos importó entonces ni después cuál fuera el gobierno o el régimen político que imperara en este país, pues en quien depositamos nuestra confianza fue en la propia nación.

Así había sido siempre.

Cuando nosotros -hablo también en nombre de mis compatriotas asesinados- integramos el gobierno uruguayo, acogimos en nuestra tierra a los perseguidos políticos que llegaban a ella, procedentes de todos los sectores políticos y sociales, sin preguntar siquiera a cuáles pertenecían: eran argentinos y eso bastaba.

Cristianos y marxistas, civiles y soldados; radicales en 1930; antiperonistas en la década del 50; peronistas desde 1955; antiperonistas luego, fueron recibidos y protegidos con fraterna solidaridad.

Procedimos así, no sólo obedeciendo los dictados de nuestro honor, sino también porque, de haber querido hacer lo contrario, nos lo hubiera impedido el país entero, aferrado a una nunca desmentida tradición nacional. Héctor Gutiérrez Ruiz es -porque eso no puede quitárselo nadie- el Presidente de la Cámara de Representantes del Uruguay.

Representa en ella al Partido Nacional, a pesar de un comunicado expedido desde Montevideo por quienes se ceban, como algunos animales inmundos, en los propios cadáveres.

La condición de integrante del Partido Nacional, de blanco, como decimos los orientales, la damos y quitamos los blancos mismos, y no está al alcance de los enemigos de su patria y de su partido.

Tenía 43 años y presidía una maravillosa familia cristiana que integraban con su mujer y sus cinco hijos.

Todos vivían, desde 1973, en Buenos Aires.

Zelmar Michelini es padre de diez hijos, y también desde 1973, trabajaba de sol a sol aquí, en Buenos Aires, para mantener a su mujer y sus hijos pequeños, y para ayudar a los un poco más grandes, que todos son muy jóvenes.

Diputado, Ministro, Senador, siempre militó en filas políticas distintas que las de Gutiérrez y mías.

Pero todos sentimos siempre por él un inmenso respeto que se volvió, hace ya bastantes años, amistad entrañable.

No quiero repetirle, Sr. Presidente, las trágicas circunstancias en que fueron asesinados los dos compatriotas a que me refiero. Su Excelencia debe conocerlas perfectamente, porque han sido publicadas en algunos pocos órganos de prensa, denunciadas ante usted por las dos viudas cuando, ahora lo sabemos, sus maridos aún vivían y porque la propia Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación emitió un comunicado señalando la preocupación de esta última ante lo que eufemísticamente se señala como "desaparición de periodistas", y haciendo pública la decisión de que se investiguen exhaustivamente los hechos.

Por otra parte, una vez aparecidos los cadáveres, por la misma vía, se reiteraron idéntica preocupación y la misma voluntad investigatoria.

Estos son los hechos que el Sr. Presidente tiene el derecho y la obligación de saber: La captura del Sr. Presidente de la Cámara de Representantes del Uruguay, D. Héctor Gutiérrez Ruiz, fue efectuada en las primeras horas del 18 de mayo, en su domicilio sito en Posadas 1011, casi Carlos Pellegrini, por un nutrido grupo de individuos provistos de armas de guerra, que actuaron en forma pública, pausada y disciplinada.

Llegaron en varios automóviles Falcon blancos, idénticos a los que usa la Policía Federal, y desde ellos se comunicaban, por radio y a alto volumen, con un comando central desde donde se impartían instrucciones. Por otra parte, los secuestradores informaban a gritos, desde el cuarto piso del edificio, a quienes habían permanecido en la calle, el progreso del "operativo".

Los asaltantes permanecieron durante una hora entera en el domicilio de Gutiérrez Ruiz, pues luego de maniatarlo y dominar bajo la amenaza de las armas a su mujer y las cinco pequeñas criaturas, se dedicaron a una metódica y parsimoniosa operación de saqueo.

No dedicaron la más mínima atención a libros, cartas, documentos, llevándose solamente todos los objetos de valor, dinero y -quizás tengan hijos ellos también- las revistas infantiles de los más pequeños.

El Sr. Ministro de Defensa Nacional manifestó a dos corresponsales extranjeros por separado, la noche del 20 (menos de 48 horas después de los hechos), que se trataba de una "operación uruguaya".

Creo necesario señalar que en esa etapa de su ejecución material no intervinieron agentes de esa nacionalidad.

Así lo aseguran categóricamente la Sra. de Gutiérrez Ruiz, los dos hijos del Senador Michelini que presenciaron los hechos y el personal del Hotel Liberty, quienes coinciden en ello invocando la ausencia de modismos y hábitos de lenguaje que nos son tan característicos, y la ignorancia de ciertos datos históricos (quién era Aparicio Saravia, por ejemplo), inconcebibles en cualquier compatriota.

En consecuencia, tengo la seguridad de que el Sr. Ministro de Defensa, al hacer tales manifestaciones, debe haber querido indicar: "planeada u ordenada desde el Uruguay".

Durante toda la operación, no se hizo presente ningún policía procedente de la Seccional próxima, a pesar de la natural alarma que los hechos suscitaron en el vecindario y entre quienes acertaron a pasar por el lugar.

Tampoco acudió nadie desde las nutridas custodias armadas permanentes instaladas ante las Embajadas de Brasil, Francia, Rumania e Israel, a pesar de que la más lejana se encuentra a menos de ciento cincuenta metros, y algunas en la proximidad inmediata. Héctor Gutiérrez Ruiz fue sacado de su casa a medio vestir, maniatado y con una funda sobre la cabeza, a los empellones.

Quienes lo conducían no demostraron ninguna nerviosidad y actuaron sin apresuramientos, utilizando nuevamente la puerta principal, más iluminada y visible, por la que habían entrado, a pesar de que directamente, al salir del ascensor, se encontraba la otra más cercana y discreta, que volvieron a desdeñar.

La aprehensión del Senador Michelini se efectuó dos horas después de finalizado el episodio que he referido.

Intervinieron en ella, presumiblemente, los mismos individuos u otros que obedecían a los mismos mandos, pues habían manifestado a la Sra. de Gutiérrez Ruiz que debía abstenerse de avisar a "Michelini y los otros uruguayos", pues de lo contrario ejecutarían a su marido.

De cualquier modo, y para asegurarse, destruyeron el teléfono, pero no consideraron necesario apresurarse, ante el temor de ser perseguidos, de que la Sra. de Gutiérrez Ruiz hubiera encontrado un medio para dar el alerta.

Los asaltantes no tenían pues temor de fuerzas militares o policiales que pudieran estar esperándolos en el Hotel Liberty, como bien hubiera podido suceder.

En la misma manzana, sobre la calle Sarmiento, se encuentra la Embajada de los Estados Unidos, provista día y noche de una excepcional custodia, y ante cuyo frente estacionan permanentemente por lo menos dos vehículos con efectivos fuertemente armados.

A pesar de todo ello, también aquí los secuestradores actuaron con increíble ostentación, públicamente, evidenciando total seguridad y por consiguiente, no mostrando prisa ni propósito de ocultarse.

Estacionaron sus tres vehículos en violación de las normas vigentes, ocuparon militarmente el frente y el iluminado hall del hotel, intimidaron a la totalidad del personal, obtuvieron las llaves, se hicieron conducir a la habitación del Senador Michelini donde, tras inmovilizar a los dos hijos que lo acompañaban, lo obligaron a levantarse y vestirse y luego procedieron a vendarle los ojos. Pero no descendieron inmediatamente, por el contrario, iniciaron aquí también una sistemática operación de saqueo, haciendo fardos con las sábanas, en los que introdujeron cuanto objeto pudieron encontrar.

Permitieron que el Senador Michelini se dirigiera a! baño y lo autorizaron a llevar consigo los medicamentos que tomaba habitualmente.

Finalmente, antes de retirarse, procedieron a despojar a sus dos hijos de los relojes pulsera.

La familia de Gutiérrez Ruiz presenció aterrorizada, durante una hora, frente al jefe de familia atado y encapuchado, toda la operación de saqueo.

Vio por lo tanto cuáles fueron los objetos que los ladrones se llevaron, pero también aquellos que desdeñaron luego de tenerlos en sus manos.

Ninguno de los malhechores usaba guantes y sus huellas digitales quedaron estampadas por toda la casa, y algunas de ellas muy nítidas, en lugares que no son tocados corrientemente. Tal es el caso de cuadros provistos de vidrio, colgados a cierta altura, y que los asaltantes tocaron varias veces y luego arrojaron al suelo.

La misma profusión de huellas dejaron en las habitaciones del Senador Michelini, donde también actuaron exhibiendo la seguridad de su impunidad.

Al cerrarse la noche que va del 18 al 19 de mayo, la Policía no ha aceptado denuncia alguna; ningún agente se ha hecho presente en los lugares de los hechos; el Juez Federal competente no ha ordenado ninguna diligencia o pericia; no se ha recibido contestación a ninguno de los telegramas enviados, entre los que se encuentra el dirigido a usted, Sr. Presidente; las huellas dactilares de los criminales están esperando ser relevadas, en un país donde todos los habitantes -nacionales y extranjeros-tienen las impresiones de sus diez dedos archivadas y clasificadas en un registro único de carácter nacional.

Aunque entonces ni sus familiares ni sus amigos lo sabíamos, a Zelmar Michelini y a Héctor Gutiérrez Ruiz les quedaban 48 horas de vida.

El día 19, la preocupación por la libertad de nuestros compatriotas comenzó a transformarse en el riesgo de algo aún más grave cuando diversas personalidades argentinas recibieron, tanto en la Policía, como en el gobierno y las fuerzas armadas, la asombrosa manifestación de que en los arrestos no han intervenido ni policías ni militares, y que no se encuentran en poder de ninguna de las Armas ni de la Policía.

Tarde en la noche, nadie ha llegado a inspeccionar los lugares de los hechos ni a indagar a los numerosos testigos de los mismos, ni a recoger huellas materiales o indicios, ni a detectar impresiones digitales que siguen allí, y que permitirían, si alguien con autoridad se preocupara por ello, individualizar en menos de una hora a los asaltantes, y por consiguiente, rescatar a nuestros compañeros.

Entonces lo ignorábamos todos, pero ahora lo sabemos: Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini estaban todavía vivos, pero apenas les quedaban 24 horas de vida.

Sus familias no habían recibido contestación a ninguno de los telegramas que habían dirigido a las autoridades, entre los que se contaban los que usted recibió, Sr. Presidente, a las 19.30 del día anterior, según constancia expedida por la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos.

El día 21 de mayo, tomamos conocimiento del comunicado expedido por la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación, que no hace sino aumentar nuestra ya angustiosa preocupación.

El documento dice textualmente: "Ante las desapariciones de periodistas ocurridas en los últimos días, las cuales provocaron honda preocupación en distintos círculos del país y del exterior -y de la cual participa, asimismo, el Gobierno de la Nación-, el Ministro del Interior, General de Brigada Albano Harguindeguy, informó que ha recabado amplios informes sobre tales desapariciones.

Igualmente, y aunque en ciertos casos no existen las respectivas denuncias ante las Comisarías de la Capital Federal, se ha ordenado una exhaustiva investigación de los casos dados a conocer por distintos medios".

El sábado 22 de mayo, la familia de Gutiérrez Ruiz en la calle Posadas y la de Michelini en el Hotel Liberty, esperaron durante todo el día la llegada de los investigadores anunciados por el Ministro General Harguindeguy.

Y como no llegaron, una hija de Michelini, Margarita, y la Sra. de Gutiérrez Ruiz comparecieron con testigos ante el Escribano Público César J. Ceriani Cernadas e hicieron labrar, separadamente, sendas Actas de Manifestación, Protesta y Notificación, en las que hicieron constar los hechos y solicitaron se notificara formalmente al Ministerio del Interior la denuncia de los mismos.

Labradas las Actas respectivas, el Escribano actuante compareció en horas de la tarde al Ministerio del Interior, donde se negaron a recibir la notificación de la denuncia, en razón de que "no era hora de oficina", indicándosele que debía volver el lunes siguiente.

Me he abstenido deliberadamente de hacer calificativos, pero nadie vacilará en decir que el comunicado expedido por la Policía Federal es repugnante.

Dice textualmente: "La Policía Federal Argentina comunica que el día de ayer (21), siendo la hora 21.20, en la intersección de las Avenidas Perito Moreno y Dellepiane, fue hallado un vehículo marca Torino coupé, color rojo, abandonado.

En el interior del mismo se encontraba el cadáver de una persona del sexo masculino, e inspeccionado el baúl del rodado se hallaron otros tres cadáveres, uno del sexo femenino y dos del masculino.

Las pericias realizadas sobre los cadáveres permitieron establecer la identidad de tres de ellos, a saber: Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y Rosa del Carmen Barredo de Schroeder, concordando los nombres de los occisos con los mencionados en los panfletos hallados en el interior del rodado, en los que una agrupación subversiva se adjudicaba la autoría del hecho.

Los cadáveres presentaban varios impactos de bala y sus cuerpos se hallaban maniatados. Participa en el hecho la Comisaría 40ª. con intervención del Sr. Juez Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal, Dr. Alfredo Marquardt, Secretaría N" 2 del Dr. Roberto Preller, tribunal que se constituyó en el lugar de los hechos y adoptó las medidas judiciales del caso".

Como se ve, los asesinos intentan atribuir sus crímenes a la subversión, y vincular los muertos con ella.

No me detengo ni siquiera a considerar esta posibilidad: no hay un solo uruguayo o argentino decente que crea en ella; quizás por eso mismo nadie, ni siquiera los autores del comunicado, han insistido en ella.

¡Cuánto más sencillo y rápido resulta tomar huellas para individualizar a las víctimas que hacerlo para descubrir a sus asesinos, o aun, durante tres largos días, para salvar vidas humanas!

Por otra parte, Sr. Presidente, todo eso no tiene ya ninguna importancia: nadie ni nada podrá devolvernos a nuestros compañeros muertos, y usted, Sr. Presidente, y yo y todos, sabemos dónde están sus asesinos.

No deseo molestarlo más ni distraerlo de sus altas preocupaciones.

Pero sí quiero decirle algo sobre los otros compatriotas cuyos cuerpos sin vida fueron "encontrados" junto a los de nuestros dos amigos.

No los conocía.

Se dice que pertenecen a una organización guerrillera, pero no tengo ningún modo de saber si ello es cierto o no.

Pero si tal fuera el caso, resulta evidente que se los mató al solo efecto de hacer aparecer a nuestros dos amigos como vinculados con la guerrilla.

Y no sé si esto no es lo más abyecto de todo este sucio episodio: quitar la vida a dos seres humanos por la única razón de apuntalar una mentira.

Quiera Dios que la saña de los asesinos respete por lo menos la vida de sus hijos desaparecidos. La Policía argentina ha ido a buscarme a mi casa hace unas pocas horas.

Hace ya varias noches que no duermo en ella y, como le dije, buscaré ahora el amparo de la Embajada de un país cuyo gobierno se respeta a sí mismo, y por ello respeta y ampara la vida humana.

Cuando llegue la hora de su propio exilio -que llegará, no lo dude, general Videla-si busca refugio en el Uruguay, un Uruguay cuyo destino estará nuevamente en manos de su propio pueblo, lo recibiremos sin cordialidad ni afecto, pero le otorgaremos la protección que usted no dio a aquellos cuya muerte hoy estamos llorando.

Wilson Ferreira Aldunate.

Senador de la República Oriental del Uruguay"


Juan María Bordaberry y Juan Carlos Blanco, canciller del gobierno de facto de la época, fueron encontrados culpables intelectuales por la justicia uruguaya.

Hasta la fecha se ignora quiénes fueron los autores materiales.