domingo, 20 de marzo de 2011

YA BASTA

En la última Convención Nacional, realizada en agosto del año pasado, más de cincuenta convencionales  solicitamos bajo firma, de acuerdo a lo estipulado por la Carta Orgánica, la realización de una nueva Convención, para discutir en ella el presente y el futuro de nuestro Partido Nacional.
Le tocó a quien escribe llevar las firmas al Directorio. Luego de varias horas de espera -que entendemos pues no habíamos pedido entrevista-, nos reunimos con parte del mismo, encontrándose entre los presentes el Presidente del mismo, Luis Lacalle, y el Presidente de la Convención,  Alejo Umpiérrez.
En la reunión, que ya fue explicada en una entrada anterior, expusimos los motivos por los cuáles solicitábamos una nueva  Convención en los siguientes treinta días. Dejamos en claro que no nos guiaban sentimientos macartistas y por lo tanto no era nuestro interés remover las heridas del pasado, sino que entendíamos que el Partido Nacional debía discutir su futuro y que esa discusión debía realizarse en el órgano más amplio y democrático que posee: su Convención Nacional.
Se nos habló por parte de Lacalle de la intención de generar asambleas en todo el país, lo cual valoramos, y se nos expresó que realizar la Convención al final de las mismas podía significar que la fecha coincidiera con las fiestas tradicionales, lo que podía atentar contra la convocatoria. Aceptamos entonces realizar la Convención en marzo, y entendimos de las palabras de Lacalle -y entendimos bien- que quedaba sin efecto la convocatoria a la Convención Delegada, para que en su lugar fuera nuestro órgano soberano el que discutiera los resultados de las asambleas y los documentos presentados en las mismas o en la página web del Partido, en el espacio creado para tal fin. Se nos pidió además no generar discusiones fraticidas, lo cual compartimos y cuya correspondencia esperamos.
Nos fuimos contentos y optimistas. Teníamos muchas expectativas por las asambleas locales, y una Convención Nacional nos esperaba al final de este camino. Por otra parte, el poder aportar documentos que iban a ser publicados en la página web, al alcance de todos, democratizaba la discusión.
Luego del sol, la tormenta. En principio, como esas nubes que comienzan a aparecer en el horizonte, las asambleas no fueron lo que esperábamos. Nos guardamos la descripción para no ser injustos, ya que no participamos en todas, pero entre lo que vimos y los comentarios que recibimos, concluímos que no fueron espacios transversales de discusión.
En lo particular, entendíamos que enviar un diagnóstico de la situación era ser reiterativos con las palabras de otros compañeros. Quisimos, entonces, aportar soluciones: la creación de una fundación cultural, la instalación de comisiones programáticas abiertas, que a su vez funcionaran como un gabinete en la sombra, y la creación de un Instituto de formación política con tres niveles: un nivel básico gratuito o con muy bajo costo para jóvenes y militantes en general, otro, para la formación integral de los candidatos, con un costo razonable, y un nivel superior de formación profunda, obligatorio para quienes ocupen cargos en nombre del Partido, para que no pasemos vergüenza con dirigentes sin contenidos ocupando cargos públicos y diciendo tonterías en la prensa, tan común en nuestro sistema político.
Enviamos el primer documento de los tres que pensábamos aportar, el de la fundación cultural. Nunca se publicó. Luego de agregarse un documento de Juan Chiruchi, nada más apareció en la página que debe ser de todos. Ni nos molestamos en enviar los otros dos. Hay doce documentos publicados, la prensa habla de más de cincuenta enviados. Compromiso incumplido.
A principios de diciembre se citó a una Convención Delegada, lo cual no fue lo hablado. Callamos porque las fechas no eran las adecuadas, y seguimos esperando la convocatoria en marzo. En estas fechas se reúne nuevamente la Delegada, no la Convención Nacional. Compromiso incumplido.
El Partido tiene un órgano de conducción inapropiado para los tiempos que corren y para los desafíos que vienen. Es un órgano de encuentro entre los dirigentes de las corrientes partidarias formadas antes de la interna, y con representación parlamentaria. Como los dos sectores mayoritarios tienen líderes indiscutidos, uno no nota en el Directorio resoluciones diferentes a los pensamientos de Lacalle y de Larrañaga. No tienen expresión orgánica la opinión, por ejemplo, de los doce intendentes que cambiaron el mapa político del país y del Partido en mayo de 2010. No hay espacios para expresar nuevas ideas: en educación, por ejemplo, seguimos viendo las mismas caras y escuchando a las mismas personas que hace veinte años. Y hace veinte años que no somos gobierno. Debe haber alguna relación, sin duda.
¿Y la gente? Uno esperaba ver que, ante la crisis de participación del Frente Amplio y la traición ideológica de varios de sus dirigentes, el Partido Nacional volvía a abrir las puertas -que nunca debió cerrar- a la participación ciudadana, a todos aquellos que tuviesen ideas, ganas o ambas cosas y las quisieran aportar a la recuperación de nuestro partido. Sin embargo, algunos dirigentes, temerosos de perder su pequeño espacio de poder, trancan la puerta del otro lado, mientras las bases del Partido Nacional están en ebullición. El Directorio no se ha dado cuenta que no es un problema de sectores. Los propios integrantes del Herrerismo y de Alianza están desconformes con esto. Ni hablar de aquellos que no nos sentimos reflejados en ninguno de los dos. Esto termina de dos maneras: o el Directorio cambia, o será el responsable del divorcio entre él y el Partido, como en la revolución saravista.
Una acotación, al final. La no convocatoria de la Convención Nacional solicitada por cincuenta convencionales implica la violación a la Carta Orgánica. Todos sabemos las consecuencias de este hecho. Esperemos prontamente tener novedades, y que todo haya sido, como en la película de Jim Carrey "Lemony Snickett", una serie de eventos desafortunados.
La lealtad y la fratenidad se pueden exigir cuando se realiza en ambos sentidos. Nosotros ya hemos dado muestras de ello.
Esperamos, por lo tanto, la correspondencia.