sábado, 29 de septiembre de 2007

LA EDUCACIÓN QUE NECESITAMOS Y LA CONTENCIÓN SOCIAL

Si hay un debate que la sociedad y los actores políticos han venido postergando es el del uso de las estructuras educativas formales como espacios de contención social, y las consecuencias que eso conlleva. Como muestra reciente, la politizada y negativa réplica de la integrante del gremio de maestros, Daisy Iglesias, a la propuesta del senador Jorge Larrañaga de extender el uso de la infraestructura escolar durante todo el año, comparada con el silencio ante el desarrollo del plan Verano Solidario, muestra que, más allá de la identificación frenteamplista de la sindicalista, la parafernalia del debate educativo planteado por el gobierno fue sólo eso, fuegos artificiales sin contenido, ya que un tema de fondo como éste parece no haber sido tocado.
Durante la gestión de Rama, alguien decidió que los espacios educativos debían contener a los chicos de la calle. Pocos cuestionamos la medida, y, hasta donde recuerdo, los gremios educativos se llamaron a silencio. La educación uruguaya dejó de ser formadora de conocimiento, al menos como primer objetivo, y pasó a ser contenedora. No se formaron a los docentes para esta tarea -ni a los maestros ni a los profesores-, ni tampoco al personal no docente. Se bajó la exigencia en el perfil de egreso, ya que un perfil alto es inalcanzable para los chicos en situación de calle, y se instrumentaron planes y programas light como el Plan 96 de Secundaria y sus contenidos. ¿Cuáles son las consecuencias de esta decisión? Se abusó del compromiso docente con tareas para las que no estaban formados, generando reglas laborales desbordantes que aumentan la frustración docente. Se expulsa lentamente a los estudiantes más capaces, que se desacostumbran al esfuerzo ya que los nuevos planes no plantean desafíos, y si no los desanima el aburrimiento los elimina el cambio de exigencia cuando ingresan a un Bachillerato exigente, o a un centro de estudios terciario. Los profesionales, investigadores, intelectuales que debemos necesariamente formar para salir del estancamiento pierden por el camino a muchos de sus compañeros más brillantes. ¿Y la contención? Mal, ya que no es para nada atractivo para un chico de calle completar la escuela o asistir al liceo para estudiar historia, matemática, biología o geografía, máxime cuando se comparte el cuarto con la numerosa familia, y no hay recursos para llenar la barriga, y mucho menos para comprar materiales de estudio. Resultado: no contenemos, y no formamos como corresponde.
Si no es la escuela y el liceo, ¿dónde se debe realizar la contención y la integración social? Cada uno puede tener su visión, yo estoy convencido que pasa por la utilización y creación de espacios de entretenimiento, con un fuerte contenido en deportes grupales. A un varón de nueve años debe ser más atractivo jugar al fútbol que estudiar la produción económica de cada departamento, a manera de ejemplo y sin menoscabar la importancia de este tema. El acercamiento al estudio formal y no formal debe ser un segundo o tercer paso, si los anteriores colmaron las espectativas. El país cuenta con organismos que habrá que preparar e integrar, como la Comisión Nacional de Educación Física, el INAU, el INJU, el MIDES y tal vez ANEP como socio y no como instrumento exclusivo. Cuenta con una red de plazas de deportes, de clubes deportivos privados con horas de infraestructura libre, con playas y campings, canchas de fútbol 5 con horas diurnas vacantes. Cuenta con un conjunto de ONGs. preparadas para esto -no todas-, para no caer en la tentación de imaginar un mastodonte público muy burocrático y poco ejecutante. Cuenta con 19 intendencias, que desde la visión local deben aportar y acompañar soluciones, ya que el problema también es de injerencia municipal. Hace algunos años funcionó un proyecto -en el cual participé- llamado Red de Casasjóvenes, cuyos impulsores y gestores tenían más claro esto que las actuales -y pasadas- autoridades nacionales.
¿Por dónde pasa la propuesta de Larrañaga? Por utilizar la infraestructura escolar cuando la escuela no está funcionando. El país no cuenta con una riqueza edilicia que permita la visión egoísta de la maestra Iglesias, y si la escuela, el liceo y la escuela técnica son espacios de comunión, apropiados por los alumnos, debemos aprovecharlos en vez de dilapidar recursos. No se planteó dictar once meses de clases, ni explotar aún más a los maestros y profesores, sino de aumentar la apuesta planteada por programas como Verano Solidario, programa que no generó una respuesta tan tajante.
Pero bueno, la apuesta debe haber pasado por erosionar la imagen del más que probable candidato del Partido Nacional a la presidencia.
No vaya a ser que gane, y encima gobierne bien.

martes, 25 de septiembre de 2007

LA 1177

Luego de unos días sin actualizar la página por falta de conexión a Internet debido a una mala gestión de antel (sí, con minúsculas, de acuerdo a su gestión), retomamos esta actividad, en parte catarsis, en parte foro, en parte medio de comunicación, en el día que se cumple un año del fallecimiento de Julio Colman, un viejo compañero blanco, con quien coincidimos en la primera Agrupación partidaria en que participé, la vieja y querida ACF 1177.
Allí estábamos hoy, junto a la familia de Julio, con Juan José Fuentes, Washington Corts, el Polo Lacruz, y Felipe Taboada. Otros compañeros seguramente no pudieron estar, o porque no se enteraron, o porque no pudieron, pero con muchos de ellos nos seguimos encontrando una vez al mes, con la excusa de compartir una comida. En el fondo, nos juntamos en una comunión que nos ha mantenido juntos, aún participando en sectores diferentes del Partido. La 1177 fue la agrupación de Wilson y Carlos Julio, fue la agrupación de la mayoría del Partido. Y en esa mayoría, una generación joven y renovadora la llenó de mística y de contenido, y conquistó un lugar por derecho propio. Y sobre todo en Pando, se armó un grupo que arrasó con los apoyos de los blancos - y muchos que no lo eran - de la ciudad, con una mayoría que, hasta hoy, nadie ha podido superar.
No importan en este análisis los motivos por los cuales ese tsunami partidario se fue electoralmente extinguiendo poco a poco. Importa lo que sembró.
Le demostró al Partido y al Departamento que un proyecto renovador siempre es posible, y sobre todo, necesario.
Nos demostró a muchos jóvenes que en aquel momento nos íbamos acercando que el compromiso y el trabajo da sus frutos, y que las estructuras arcaicas pueden sucumbir ante la energía de los que militan por sus ideales, más que por sus intereses personales.
Le demostró a Pando que la ciudad puede obtener las representaciones que se merece, que necesita, y que casi nunca obtiene, si existe un proyecto que convoque a la unidad y no a la fragmentación. La ciudad no vota un diputado titular de Pando desde que Juan José Fuentes fue electo por esta lista, conjuntamente con Tabaré Caputti por la lista 99, hace más de veinte años.
Nos debemos la obligación de conjuntar esfuerzos y generar un fuerte proyecto político local, que le dé a Pando las mayorías que necesita para obtener representaciones en el Parlamento, en el gobierno municipal, y en la Junta Departamental. No es menor este objetivo. La falta de representación a puesto a la ciudad fuera de las prioridades de sucesivos gobiernos nacionales y departamentales. Y eso se nota.
Reconquistar los espacios perdidos, y encontrarnos de nuevo en un gran proyecto político, con el recuerdo de la 1177 como guía, es la mejor manera de agradecer a todos aquellos que en el año 1984 demostraron que había otro camino.
Si lo logramos hacer, si todos entendemos que debemos sumar, habremos cumplido con lo que muchos blancos nos reclaman día a día.
Y aunque probablemente se identifique esto con otro número, la 1177, gracias a Dios, estará más viva que nunca.

martes, 4 de septiembre de 2007

LOS JÓVENES, EL PARTIDO NACIONAL Y EL URUGUAY QUE ANHELAMOS

Como bien reza la imagen adjunta, los jóvenes del Partido Nacional, electos por sus propios pares, y legitimados por las más de cincuenta mil voluntades que los acompañaron, realizarán el 15 y 16 de corriente, su Congreso Nacional, bajo la consigna "El País que se viene".
Los jóvenes que se integraron al Partido Nacional en la pasada elección juvenil, ya han derribado varios mitos. Han tirado abajo el mito que los jóvenes de este país son de izquierda, y que ésta los conduce a su antojo. Han dejado atrás la falsa sensación de apatía, y se han comprometido con el Partido del gobierno que viene. Han tirado la boina del Che, y, sin renunciar a los sueños y a la rebeldía, se han puesto las insignias de otro revolucionario, pero menos discutible y más nuestro, como lo fue Aparicio Saravia.
Esta ola juvenil ha bañado al Partido Nacional. Este Partido, que ya demostró en la pasada elección que la renovación generacional sólo se ha dado en sus filas, ha doblado la apuesta, convocando con éxito a las nuevas generaciones, para romper de una vez por todas con ese estatismo, no vinculante al Estado sino al quietismo, que ha recorrido el pensamiento de los uruguayos desde el ocaso del batllismo en la segunda mitad del siglo XX hasta esta versión, reciclada pero con olor a naftalina, que plantea la cada vez más vieja izquierda uruguaya.
Los jóvenes que se reunirán en la sede de Defensor Sporting cargan con nuestras esperanzas. Más allá de los deberes que nuestra generación aún tiene, y cuya responsabilidad no eludimos, este viento nuevo que se mete por la puerta grande del Partido nos compromete aún más con el trabajo partidario, ya que nos recuerda que, por suerte, hay nuevas generaciones que no esperan, sino que empujan para tomar la posta.
Allí estaremos, para ayudarlos a derribar la puerta. Cuando nos tocó a nosotros ser parte de la juventud del Partido, el más grande de todos, Wilson Ferreira Aldunate, nos abrió caminos, nos quitó cerrojos y ayudó a forjar a la generación que hoy es mayoría en la bancada de Diputados del Partido Nacional.
Los jóvenes deberán poner lo suyo, y sobre todo deberán ser los nuevos líderes de un pensamiento y de una acción que permita al Uruguay salir de la quietud que nos caracteriza.
Va nuestro compromiso en la tarea, como no podía ser de otra manera.
Se lo debemos al país, y a Wilson.

domingo, 2 de septiembre de 2007

LAS VIEJAS BANDERAS Y EL NECESARIO VIENTO NUEVO

En la mitad del período de gobierno, todo parece indicar que la gente no puede salir del clima de desilusión que la izquierda alimenta día a día con sus errores, sus horrores, su autoritarismo y el divismo de sus autoridades, que están más preocupadas por ver quién se posiciona en la interna frenteamplista que por dedicarse realmente a gobernar. A eso debemos sumarle el comienzo del desfile por los juzgados que le espera a este gobierno, con el Sr. Bengoa como adelantado.
Este escenario plantea una inminente alternancia en el gobierno, y posiciona al Partido Nacional como el próximo elegido para esa tarea. Ante esta perspectiva, debemos más que nunca ordenar la casa, para condicionarla a la nueva tarea que se viene.
Analicemos los puntos a favor. El Partido ha iniciado un sano proceso de renovación, que ha comenzado desde su liderazgo. Con el ascenso de Larrañaga se renovaron sus Senadores y sus Diputados, y la reciente elección de jóvenes generó una nueva y muy interesante generación de cuadros dirigentes, con una visión más fresca, respaldada por más de cincuenta mil votos. Los sectores partidarios se encuentran en una madura convivencia, mostrando un Partido sólido y unido. No es poca cosa cuando uno observa en la vereda de enfrente los conflictos sectoriales y personales del Frente Amplio.
Al Partido le faltan estructuras de participación ciudadana, que democraticen aún más la toma de decisiones y que actúen como poleas de transmisión con la sociedad y sus diferentes organizaciones. Y estas estructuras deben ser integradas a la vida del Partido, no meras asambleas que hacen como que deciden y cuya opinión no modifica la verdadera toma de decisiones de los órganos partidarios.
En la línea planteada, se debe canalizar la participación juvenil, para que la exitosa convocatoria reciente no se convierta en un hecho aislado que termine generando desencanto. Los jóvenes deben ser protagonistas, ya que la sociedad sólo puede cambiar si una nueva generación, libre de pensamientos sesentistas, con mentalidad productiva y con imaginación, llega para cambiar la cabeza clientelista, estatista-dependiente y derrotera que la que quienes hoy nos gobiernan plantean.
En el relacionamiento institucional, debemos aumentar los vínculos y los diálogos con los diferentes actores protagónicos. Para transformar a los gremios en estructuras que privilegien la defensa real de todos los trabajadores, poniendo énfasis en la generación de empleo y en la mejora de la productividad que acompañe una mejora de los ingresos, por sobre sus vínculos corporativos con el Frente Amplio, debemos tener claro que el cambio es desde adentro, y para eso tenemos que alentar la participación gremial de los ciudadanos independientemente de su filiación partidaria. Con los empresarios, víctimas del discurso de confrontación de la izquierda y de algunos malos ejemplos, no podemos más que caminar juntos, en la búsqueda de aumentar la produción, el empleo y los ingresos de la gente. No existe más en el mundo el concepto de crecimiento desde el aparato burocrático del Estado. La URSS desapareció, China abrió las puertas a la empresa y a los capitales privados, Cuba va languideciendo día a día, y Venezuela, hoy pujante gracias al precio internacional del petróleo, no construye las estructuras que posibiliten el crecimiento para cuando el mismo se acabe. Si no hay inversión privada, y reglas de juego que la estimule, estamos condenados a vivir en la dependencia y en la pobreza. Más claro que los gobernantes de turno lo tienen los uruguayos que día tras día abandonan el país buscando nuevas esperanzas en España, Estados Unidos y Australia.
Necesitamos terminar la construcción de un Partido moderno, dinámico y protagonista, que le imprima al futuro gobierno las mismas características, y que le dé esperanzas a la gente.
Es, como decía Wilson, para que valga la pena.