lunes, 7 de noviembre de 2011

HACIA DÓNDE VAMOS

En estos días hemos recorrido, como agrupación,  un proceso de transición.
Comenzó con nuestro desprendimiento de la lista 2010 de Canelones, y culminó, del punto de vista formal, con nuestro reingreso a Alianza Nacional, algo que ya explicamos en la entrada o nota anterior.
Para muchas agrupaciones ahí terminaría la historia. Quedaría esperar, tan sólo, la llegada de las elecciones internas, y en función de los resultados, ver si se es candidato a algún cargo electivo o limitarse a acordar con alguna agrupación más exitosa la futura integración a algún lugar de trabajo, por llamar en forma eufemística a la búsqueda de un cargo que permita mejores ingresos o que aumente el reconocimiento y el poder.
Algunos otros, lamentablemente cada vez más y en todos los partidos, desean fervorosamente la llegada de las campañas electorales para convertirse en mercenarios políticos y obtener un salario o recompensa, producto de un sistema maquiavélico y tortuoso. Estoy cansado de ver y oír a seudodirigentes criticando a los políticos para los cuales trabajan, argumentando que sólo los han acompañado a cambio de una recompensa.
La compraventa de votos es un hecho corrupto. Si en vez de prestarse a esto esas personas  orientaran su trabajo hacia las opciones que prefieren, tendríamos un sistema más honesto y transparente, y a más ciudadanos comprometidos con el mismo. E insisto, que no salga ningún partido a declararse inocente, este ejemplo de corrupción atraviesa en forma horizontal a todos por igual. Es más, algunos grupos de izquierda que se llenan la boca hablando de ética política rentan militantes para copar sindicatos y acceder a sus direcciones.
Yo valoro a los pocos dirigentes sindicales votantes de los partidos históricos. Esos no cobran más sueldo que el de su propio trabajo, y dedican horas a la actividad sindical que retacean a sus familias. Pero esta es otra historia, y algún día escribiremos sobre ella.
¿Por qué hicimos este recorrido? Porque no nos satisface la búsqueda de objetivos de superación personal, ni para esto nos acompañan nuestros amigos. La obtención de una banca, o más de una, ya que vamos a participar electoralmente en varios departamentos, es simplemente la búsqueda de herramientas, y no un fin en sí mismo.
¿A dónde apuntamos? ¿Hacia dónde vamos? A la recuperación de la actividad política como una actividad altruista, que requiere poseer una serie de valores aceptados y compartidos para desempeñarla. Valores que en la sociedad están retrocediendo, y sólo con más educación y liderazgos adecuados podemos recuperar.

Defensa del trabajo y de los trabajadores.
En la conferencia de prensa realizada hace algunos días hablamos de nuestra condición de gente de trabajo y nuestra intención de priorizar la defensa de los trabajadores y del trabajo, no en función de sus ingresos sino en función de su esfuerzo. No todos los trabajadores son asalariados ni todos los asalariados son trabajadores. Reivindicamos al trabajo en sí mismo como herramienta de integración y desarrollo social y económico, y a los emprendedores como motores de la economía.

Honradez y transparencia administrativa y austero manejo de los recursos económicos.
Hemos planteado a nuestros compañeros la necesidad de manejarnos con transparencia económica y austeridad republicana. Si no somos capaces de evitar el gasto excesivo y ostentoso, no podemos pedirle a la gente que nos elija para gobernar y manejar los recursos públicos. A nuestra agrupación se ingresa por identificación con nuestros postulados, no a lucrar con una campaña electoral ni a buscar posicionamientos económicos. 

Humildad, lealtad y agradecimiento.
La lealtad es absolutamente imprescindible en cualquier proyecto político serio. No nos referimos a la absurda incondicionalidad, sino a la identificación con un proyecto político y con los compañeros que ayudan a llevarlo adelante, sean dirigentes o votantes. Ocupar una representación implica una gran responsabilidad, y sólo con humildad y agradecimiento a aquellos que nos designan podemos brindar la confianza necesaria para que confíen en nuestro desempeño. Ser desagradecido es síntoma de soberbia, y no hay lugar para la soberbia en nuestro proyecto.

La educación como herramienta de desarrollo.
De todos los factores de desarrollo de una sociedad, la educación es la única variable que podemos controlar. Las variables económicas dependen de los mercados, pero el valor agregado de un producto depende de la formación educativa. Un ciudadano que ha completado adecuadamente su formación educativa  es un ciudadano con mayores posibilidades de inserción laboral e integración social, tiene un mayor nivel de relacionamiento y contribuye  positivamente en la construcción de una sociedad integrada y solidaria.

La libertad individual y la justicia como bienes supremos.
Nuestra sociedad ha sufrido en los últimos años, con el acceso de la izquierda al gobierno, un retroceso en las libertades individuales. El gobierno espía compulsivamente nuestros ingresos y nuestros gastos, intenta determinar nuestros hábitos, digita nuestras comunicaciones y nos quita capacidad de elección. Minimiza la labor del Parlamento y cuestiona a la justicia cuando los investigados son prohombres de izquierda, como si la corrupción sólo fuera condenable cuando la sufren otros. Atropella, a veces sutilmente, a veces torpemente, derechos consagrados en la Constitución en nombre de un Estado superior que sólo representa a unos pocos. La defensa de todos los derechos humanos requiere un respeto por la libertad y la justicia, y por ende, de la democracia. El respeto por  los principios democráticos es razón de ser y de existir de nuestro grupo. La imagen que ilustra esta nota se llama "La Libertad ama a la Justicia" y, más allá de parecer un poco desenfadada, nos pareció sumamente apropiada.

La obsesión por el trabajo político permanente y el respeto por el elector.
Estamos cansados de los políticos golondrina, que durante seis meses cada cinco años aparecen a ofrecer espejitos de colores a la ciudadanía. La actividad política debe ser encarada como gestión permanente, y nuestro accionar debe estar a la altura de la confianza que se nos otorga cuando se abre la puerta de una casa para recibirnos. La política no es un juego de poder sino un compromiso con la ciudadanía, la mayoría de las veces sin remuneración. Requiere esfuerzo, sacrificio, nos retacea horas de descanso y de familia. Por eso siempre hemos descreído de aquellos que, por ser económicamente exitosos, creen que alcanza con poner un dinero en una campaña electoral a cambio de un lugar en una lista. Suelen desaparecer y hasta mudarse luego de las elecciones, aún habiendo sido electos. Y repudiamos a aquellos que les dan el espacio a cambio del dinero, en una postura mercantilista que nada tiene que ver con la política.

Llegó la hora de dejar claras las diferencias, y de pedirle a la ciudadanía que elija con responsabilidad, y se haga cargo de las consecuencias de su elección. Detrás de un mal dirigente político hay malos electores, que se dejaron engañar en forma consciente.
Hay tiempo para decidir.
A elegir bien, pues.