domingo, 28 de septiembre de 2008

EL URUGUAY QUE SE VIENE

Y fue una fiesta.
Las instalaciones del Club Trouville desbordaron de banderas, de carteles, y, sobre todo, de gente.
Gente que acompañó desde la cancha y desde la tribuna los discursos de los convencionales, pero sobre todo, los de los tres precandidatos a la Presidencia que concurrirán en calidad de tales a las elecciones internas de junio de 2009.
Gente que festejó la consigna de la Convención, que es la que le da nombre a esta entrada.
Gente que se sintió más que nunca representada en las reiteradas apelaciones a la unidad expuestas por los tres precandidatos: Carmelo Vidalín, Luis Lacalle y Jorge Larrañaga.
¿El motivo de la convocatoria a la Convención? La renuncia de Jorge Larrañaga a la Presidencia del Directorio del Partido Nacional.
Un viento huracanado de democracia recorre el Partido: el Presidente del Directorio, designado por la Convención, no renuncia entre cuatro paredes para la prensa sino que lo hace frente a quienes lo designaron.
Sumémosle a esto el hecho de que en el Partido Nacional siempre fueron los ciudadanos los que eligieron a su candidato, algo que la izquierda jamás podrá decir, ya que prefieren la negociación secreta, a espaldas de la gente, y no someter a sus dirigentes a la opinión de la ciudadanía. Pero bueno, ya conocemos la falta de amor por las acciones democráticas de la izquierda nacional, las vivimos siempre en los órganos gremiales, y la sentimos día a día en las acciones de este gobierno.
Agreguémosle, a todo esto, esa imagen final de los tres precandidatos saludando en forma conjunta a la Convención, en una imagen que seguramente será tapa de los diarios y fortalecerá el espíritu de unidad partidaria.
Lo dicen las encuestas y lo siente la gente: entre los que saludaron ayer se encontraba el próximo Presidente del Uruguay. Estamos convencidos que será Jorge Larrañaga, pero queremos sumarnos al respeto por los demás compañeros, y en esta entrada no ahondaremos en este concepto, porque el tema central es la unidad.
La Convención envió ayer a todos los blancos, pero sobre todo a todos los ciudadanos, un mensaje arrollador: la unidad partidaria está y se respira, se siente.
Unidad necesaria para llamar a todos los uruguayos y convocarlos detrás de este gran Partido que no apela a ganar para gobernar para los suyos, sino que quiere ganar para gobernar para todos y con todos.
En eso estaba Larrañaga cuando recibió a José Mujica, gesto que muchos blancos quizás no entendieron, pero que le dió a la ciudadanía una señal de esperanza entre tanto divisionismo que baja desde el gobierno.
Unidad que se sigue transmitiendo cuando otra vez Jorge -¿quién otro, sino?- acudió a la sede del Partido Colorado y del Partido Independiente para convocarlos a formar parte de las mayorías necesarias para destrabar el país.
Unidad que posibilita que otro gran Partido histórico, la Unión Cívica, se integre formalmente al Partido Nacional, interpretando claramente el espíritu de la convocatoria a la unidad nacional que los tres precandidatos, pero sobre todo Jorge Larrañaga, han realizado.
Ayer, en la Convención, me sentí más orgulloso que nunca de ser blanco.
Y nunca más convencido de que ayer compartimos nuestro rol de convencional con el próximo Presidente.
Por suerte para los uruguayos, sólo será cuestión de tiempo.

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