jueves, 16 de agosto de 2007

(IN)SEGURIDAD CIUDADANA

Hay temas que, por reiterados, no deberían ser analizados. Si de algo se ha hablado en los últimos años en este país, y sobre todo en los dos últimos, es de seguridad. Pero del dicho al hecho hay un gran trecho, y nadie recorre el camino. Mejor dicho, nadie con el poder de resolver o, por lo menos, paliar la crisis de seguridad que el país vive.
No vamos a abundar en las críticas al gobierno nacional sobre este tema, porque ya todo el país tiene claro que de seguridad y de relaciones internacionales este gobierno no sabe, y, lo que es peor, no le interesa saber. Más allá del reciente cambio en la cartera de Interior, nadie pudo comprender por qué este gobierno puso a los ministros menos adecuados al frente de estos dos temas, que han llevado a que la población se sienta desamparada y los delincuentes fortalecidos, y que al país se lo respete cada vez menos en el plano internacional.
Los problemas de seguridad son problemas de todos. Y en la medida que afecta a los vecinos de cada localidad de Canelones y -notoriamente- a su zona rural, son problemas municipales, porque a un buen intendente no hay temas ajenos si afectan a sus vecinos.
Algún defensor de estos gobiernos seudoprogresistas (sí, aunque parezca mentira, alguno todavía queda), puede argumentar que los municipios no tienen potestades para hacerse cargo de la seguridad, ya que no pueden armar una policía departamental, y tienen razón. Pero siempre hay otros caminos, cuando hay voluntad e imaginación, y hay otras obligaciones, estas sí municipales, que se deben atender.
En primer lugar, es obligación municipal el alumbrado público. La oscuridad favorece al delincuente e intimida al ciudadano. Es cierto que este municipio puso alguna lamparita que faltaba, pero dista mucho de haber cumplido. Por lo tanto, corresponde menos ruido mediático cada vez que prenden una luz, e invertir esos esfuerzos -y dineros- en mejorar la red lumínica.
En segundo lugar, los espacios públicos son tierra de nadie, sobre todo durante las noches. Y la figura del guardia municipal, cada vez más necesaria y recordada, no aparece en los presupuestos municipales. ¿Cuánto hace que no se puede disfrutar de una noche agradable en la plaza local?
En tercer lugar, se deben mejorar los controles sobre los espectáculos públicos, y coordinar la seguridad en su entorno. Son reiteradas las denuncias sobre vandalismo y desmanes en torno a los mismos, y es deber de la Intendencia cuando da la autorización velar por la seguridad de los vecinos.
En cuarto lugar, se deben hacer controles de tránsito los viernes y los sábados de noche, para evitar que las calles se conviertan en autopistas selváticas pobladas de predadores en dos y en cuatro ruedas, arriesgando el físico de los peatones que poseen el mismo derecho de circular en esos momentos.
En quinto lugar, se debe aumentar la coordinación con la policía. Canelones cuenta con un excelente Jefe de Policía, el cual pelea con escarbadientes debido a la carencia de apoyo ministerial. Ya que contamos con este punto a favor, corresponde a aquellos que cuentan con medios e infraestructura apuntalar esta tarea.
Y por último, si se está al frente de la segunda Intendencia del país, se debe ser protagonista en la realización de los reclamos al gobierno nacional. Que el intendente sea del mismo grupo político que el presidente debe ser un elemento ventajoso, y no condicionar las tareas del primero a las decisiones del segundo. Canelones necesita más apoyo, por la importancia del departamento. No se defiende a Canelones como se debe, y como para muestra basta un botón, alcanza con ver que este gobierno municipal permitió que se convierta al departamento en el basural de Montevideo.
Reaccionemos. Todavía estamos a tiempo.

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