miércoles, 1 de agosto de 2007

¿QUIÉN GOBIERNA EN EL GOBIERNO?

Cuando uno realiza un seguimiento al accionar del gobierno, e intenta encontrar una línea conductora en el mismo que permita tener las garantías de percibir que el Presidente es el que lleva el timón, se llega a la conclusión que, entre su trabajo en una mutualista privada y sus escapadas para pescar con sus amigos en el este, el capitán del barco ha delegado la conducción del buque casi sin proponérselo a sus segundos de a bordo, y todos pugnan por una porción del timón.
El problema no radica en quien conduce, sino hacia donde lo hace. Así hemos visto en este tiempo duros enfrentamientos entre los ministros candidatos, amenazas de renuncias, desautorizaciones, y un sinnúmero de desencuentros que serían propios de una comedia venezolana (de las de antes, no de la escuela chavista), lo que preocupa y mucho, tratándose de algo tan serio como la acción de gobierno de nuestro país.
El ministro de Economía, tan parecido al personaje de Los Increíbles que ilustra este texto hasta en el gesto enojado, pareció en principio ser quien tomaba el mando, adelantándose así cinco años a sus aspiraciones. Pero la dinámica frentista, tan afecta a destruir y poco proclive a construir, fue desgastando sus posturas, su imagen y su precandidatura. Hasta desde la bancada parlamentaria, tan eficiente a respaldar las ideas ahora neoliberales del gobierno, se permitió su momento de desobediencia, votando la expresión de deseo de otorgar 30 millones de dólares a la enseñanza. El deseo estaba, la plata, de acuerdo a lo que se votó, no se sabe.
Incluso desde la Presidencia se le pasó factura al ministro, nombrando un peso pesado al frente de la OPP, recortando de este modo el peso relativo del Ministerio de Economía.
El delfín del presidente resultó ser mojarrita, y hoy la puja por posiciones entre el nombrado, la novel Ministra del Interior, el hábil declarante y poco ejecutante Ministro de Ganadería y algún otro autoproclamado vocero de turno se ha convertido en Bailando Por Un Sueño (de ser Presidente, claro).
Eso sí, al igual que ocurre con el programa de Tinelli, algunos no se han dado cuenta que no saben bailar.
Y, siguiendo con el paralelismo, esperemos que la gente, que en definitiva es la que decide, los sentencie...

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